Lilly Bollinger: Jamás lo toco, a menos que tenga sed

Fuente: RaqueLíquida Blog.
angelito-catedral-reims[1]Lo primero que quiero ahora mismo es pedir disculpas porque a los suscriptores os habrán llegado notificaciones de publicacionsin haber nada escrito. Estaba trasteando para publicar la cita del título y he visto unos duendes que han empezado a jugarme estas pasadas. Lo lamento, de verdad, y voy a averiguar qué es lo que ha ocurrido.

Pero ahora os invito a reflexionar con esta estupenda ocurrencia de una de las grandes damas del Champagne (hubo unas cuantas, y las sigue habiendo) que enviudó de Jacques Bollanger, el hijo del fundador de la casa, y fue una de las más activas promotoras del este espumoso, hoy el más famoso del mundo. Para que luego digan que el vino es solo cosa de hombres. A Madame Bollinger se la conoce, además, por decir esto del champagne, algo que secundo enormemente y que animo a practicar a quien la crisis no le haya dejado sin posibles (haciendo un juego de palabras algo macabro, diría que a quien la coyuntura económica no le haya dejado sin “liquidez”). Ahí va la frase, disfrutadla, asimiladla, aprendedla y aplicadla a otros vinos que os gusten. Ah, y perdonadme por mi error cibernético y por no haber escrito mucho esta semana. Prometo redimirme, en serio, me gusta contar cosas desde aquí.



Ahí va la frase:
“Lo bebo cuando estoy feliz y cuando estoy triste. A veces lo bebo cuando estoy sola. Cuando estoy acompañada lo considero obligatorio. Como con él si no tengo hambre y lo bebo cuando sí la tengo. En cualquier otro caso no lo bebo, a menos que tenga sed.”

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