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Apenas unos pocos días después de que nos hayamos hartado de
levantar nuestras copas para saludar la entrada del nuevo año nos
enteramos de que no sólo la costumbre de rendir culto o de brindar con
el vino, sino también la de envejecerlo y conservarlo se remonta mucho
más allá del tiempo de los griegos y de los romanos, incluso más allá de
la bíblica borrachera del patriarca Noé quien, además, lo primero que
hizo después de dar gracias a Dios tras el Diluvio Universal fue plantar
una cepa de vid, según relata el Génesis.
Un equipo arqueológico dirigido por el norteamericano Patrick McGovern acaba de publicar el resultado de unas excavaciones realizadas en la República de Georgia («Vino antiguo. En busca de los orígenes de la viticultura», Princeton University Press), donde se han descubierto jarras, vasijas y toneles de vino cuya antigüedad se remonta a la Edad de Piedra, aproximadamente 6.000 años a.C. Es cierto que el vino de este estudio no ha sobrevivido hasta hoy en su estado líquido, pero a la ciencia moderna le basta con analizar los residuos que dejó, al desecarse, en el interior de los variados recipientes que lo contenían. Pues bien, el resultado de esos análisis ha revelado que la aparición de la cultura vinícola se produjo muchos siglos antes de lo que hasta hoy se suponía y, también, ha deparado algunas otras sorpresas.
Por ejemplo, aquellos viticultores de la Edad de Piedrano sólo almacenaban el vino que producían, sino que deliberadamente utilizaban conservantes para preservarlo durante largos periodos de tiempo. El conservante utilizado era una resina con propiedades bactericidas; actualmente los investigadores se afanan en descubrir de qué árboles procedía, aunque aventuran que podría tratarse de alguna especie de pino, cuya secreción habría permitido almacenar y envejecer estos primeros «reservas» prehistóricos. Tal uso de la resina aún se practica en Grecia, donde se consume y se tiene en gran aprecio un vino así elaborado, la «retsina», una de sus bebidas nacionales. En otro emplazamiento excavado por el equipo de McGovern al norte de Shulavari, en Hajji Firuz, asimismo se encontraron vasijas de nueve litros en una cocina neolítica.
Por otra parte, el estudio de todos estos recipientes arroja luz sobre las prácticas religiosas y festivas asociadas al vino. Algunas de las jarras, botellas y vasijas fueron adornadas con estilizados dibujos en los que se representa a individuos elaborando e, incluso, brindando o celebrando alguna ceremonia con vino. El profesor McGovern señala que sus hallazgos sitúan en lo más hondo de la prehistoria la sacralización del vino y de la vid, así como su uso en cultos y rituales religiosos, que irían evolucionando en las culturas semíticas y mediterráneas, donde alcanzarían su esplendor con las celebraciones de Dionisos, en Grecia, y las de Baco (bacanales), en Roma, por no citar la Eucaristía cristiana.
Este emplazamiento arqueológico, situado cerca de la localidad georgiana de Shulaveri, albergaba una pequeña ciudadela construida en lo alto de una colina y que estuvo densamente poblada. En las chozasque han sido excavadas han aparecido vasijas de una capacidad de cinco litros, lo que demuestra el gran aprecio que sus habitantes tenían por el vino.
En fin, la invención y el desarrollo de la tecnología de la cerámica se produjo unos 7.000 años a.C. en esa región caucásica (tan significativamente próxima a la cuna de Noé), lo que sin duda contribuyó a impulsar la cultura del vino, pues los recipientes elaborados con ese material conservan mejor el vino que los elaborados con pieles curtidas o con yeso, porque este material es muy poroso y reactivo, mientras que el cuero no permite el almacenamiento de vino o de cualquier otro líquido durante largos periodos de tiempo y sólo se utilizaban pellejos y odres para el consumo inmediato.
Fuente:
http://www.abc.es/hemeroteca/h istorico-07-01-2004/abc/ Cultura/los-hombres-de-la- edad-de-piedra-ya-sabian-como- conservar-y-envejecer-el-vino_ 230791.html
Un equipo arqueológico dirigido por el norteamericano Patrick McGovern acaba de publicar el resultado de unas excavaciones realizadas en la República de Georgia («Vino antiguo. En busca de los orígenes de la viticultura», Princeton University Press), donde se han descubierto jarras, vasijas y toneles de vino cuya antigüedad se remonta a la Edad de Piedra, aproximadamente 6.000 años a.C. Es cierto que el vino de este estudio no ha sobrevivido hasta hoy en su estado líquido, pero a la ciencia moderna le basta con analizar los residuos que dejó, al desecarse, en el interior de los variados recipientes que lo contenían. Pues bien, el resultado de esos análisis ha revelado que la aparición de la cultura vinícola se produjo muchos siglos antes de lo que hasta hoy se suponía y, también, ha deparado algunas otras sorpresas.
Por ejemplo, aquellos viticultores de la Edad de Piedrano sólo almacenaban el vino que producían, sino que deliberadamente utilizaban conservantes para preservarlo durante largos periodos de tiempo. El conservante utilizado era una resina con propiedades bactericidas; actualmente los investigadores se afanan en descubrir de qué árboles procedía, aunque aventuran que podría tratarse de alguna especie de pino, cuya secreción habría permitido almacenar y envejecer estos primeros «reservas» prehistóricos. Tal uso de la resina aún se practica en Grecia, donde se consume y se tiene en gran aprecio un vino así elaborado, la «retsina», una de sus bebidas nacionales. En otro emplazamiento excavado por el equipo de McGovern al norte de Shulavari, en Hajji Firuz, asimismo se encontraron vasijas de nueve litros en una cocina neolítica.
Por otra parte, el estudio de todos estos recipientes arroja luz sobre las prácticas religiosas y festivas asociadas al vino. Algunas de las jarras, botellas y vasijas fueron adornadas con estilizados dibujos en los que se representa a individuos elaborando e, incluso, brindando o celebrando alguna ceremonia con vino. El profesor McGovern señala que sus hallazgos sitúan en lo más hondo de la prehistoria la sacralización del vino y de la vid, así como su uso en cultos y rituales religiosos, que irían evolucionando en las culturas semíticas y mediterráneas, donde alcanzarían su esplendor con las celebraciones de Dionisos, en Grecia, y las de Baco (bacanales), en Roma, por no citar la Eucaristía cristiana.
Este emplazamiento arqueológico, situado cerca de la localidad georgiana de Shulaveri, albergaba una pequeña ciudadela construida en lo alto de una colina y que estuvo densamente poblada. En las chozasque han sido excavadas han aparecido vasijas de una capacidad de cinco litros, lo que demuestra el gran aprecio que sus habitantes tenían por el vino.
En fin, la invención y el desarrollo de la tecnología de la cerámica se produjo unos 7.000 años a.C. en esa región caucásica (tan significativamente próxima a la cuna de Noé), lo que sin duda contribuyó a impulsar la cultura del vino, pues los recipientes elaborados con ese material conservan mejor el vino que los elaborados con pieles curtidas o con yeso, porque este material es muy poroso y reactivo, mientras que el cuero no permite el almacenamiento de vino o de cualquier otro líquido durante largos periodos de tiempo y sólo se utilizaban pellejos y odres para el consumo inmediato.
Fuente:
http://www.abc.es/hemeroteca/h
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