APRENDER ¿Cómo conservar una botella de vino cerrada? ¿Y cuándo ya se abrió la botella?

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Fuente: MDZ | Carlos Fernández.
siluetaAyer se conoció la idea del titular del INV de querer reformar la Ley 14.878, que define qué es vino y qué no. También de que querer erradicar a variedades tintoreras de Argentina. ¿Es esta la mejor manera de anunciar un cambio tan radical o se necesita un debate muy profundo para siquiera considerar estos anuncios? Sobrevuela el fantasma de que se busca favorecer los intereses ocultos de algunos y en contra de, claro, los más chicos.

La industria vitivinícola nacional ya tiene un nuevo cupo (de 30 por ciento) para la elaboración de mosto a través del Acuerdo Mendoza – San Juan, al que se sumó la provincia de La Rioja, con la clara intención de, ahora favorecer la industria nacional del jugo de uva y luchar contra los sobre estocks que tanto hicieron peligrar los equilibrios de la industria vinaria local en el pasado. Un simple recurso de oferta y demanda para defender el precio del vino que otrora representó el quebranto de los más débiles de la cadena de producción de vinos argentinos.

Pero más allá de festejar la visita de los riojanos a la casa de calle Peltier, que se encuentran embretados en un profundo debate sobre la minería, que si contamina o si no pone en riesgo la vida humana, ayer se conocieron dos ideas que desde que fue conocida comenzó a generar suspicacias, miedos y hasta sospechas de otros tiempos en el sector: la reforma de la Ley 14.878 que define qué es un vino y qué no en el país y la anunciada eliminación de las variedades tintoreras como la Aspirant Bouchet, un cepaje tinto de origen francés que tiene la particularidad de tener una alta concentración de antocianos, el polifenol de la uva que genera el hermoso color tinto.

Y la idea cayó tan sorpresivamente como un balde de agua fría como ocurre cuando una iniciativa tan radical no es consensuada ni siquiera para ser dada a conocer públicamente.
Si la idea del titular del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), Guillermo García, es la de aflojar las multas, dado que la Ley de Vinos creada en 1959 propone penas de hasta cinco años para aquellas bodegas que cometan infracciones graves y que hoy podrían tener penas más livianas, la reacción del sector ya es que hay temas mucho más trascendentes que las de aflojar las multas y que, por ejemplo, tienen que ver con los cambios que se observan en el mercado o los mercados.
Muchos en silencio siguen esperando que se abra un debate franco para poder producir vinos con menos alcohol, más aún cuando ya se conoció que la cerveza es el producto que más prefieren los argentinos habiendo sido desplazado el vino de mesa que, durante el siglo pasado, en la década de los ´90, el vino era la bebida familiar por excelencia en la mesa de los argentinos.
La industria vinaria local hoy se ve en el brete no sólo de pretender subir el consumo en el mercado interior sino de seguir compitiendo con una bebida que tiene cinco o seis grados de alcohol. Mientras el vino nacional se elabora con 11 o 12, o más, grados de alcohol.
Por ello es que la reflexión de abrir o no la Caja de Pandora de la Ley de Vinos merecería antes la consideración de abrir la discusión para lograr un consenso muy fuerte antes de hacerlo. No vaya a ser que se abra la ley por una idea tan simple como la del ablandamiento de multas y finalmente se habilite ley a favor de intereses que permitan que se elabore vino de una manera que se perjudique mucho al productor.
Tras esta consideración cae de maduro otra idea y que refiere a que hay que tener muchísimo cuidado con una iniciativa como la enunciada, porque en realidad está bien que se busque la forma de hacer una bebida más nueva y competitiva pero siempre en el carril de los consensos. Los memoriosos recuerdan cuando desde Estados Unidos entró en el mercado interior un producto al que bautizaban como vino y que en verdad estaba elaborado con cualquier otro tipo de fruta distinto a la uva: los tediosos wine cooler de la mano de la marca Oregon, con sus mentirosos Oregon Cooler con sabor a durazdo, con alcohol y de los cuales se dijo que eran vinos. Algo aterrador por cierto.

Y la peligrosidad para muchos está en el pretexto de querer abrir la Ley 14.878 sólo para algo tan simple como las infracciones, sin debate previo y sin consenso previo, porque en verdad es que nadie supo de debate alguno, y eso para muchos industriales, lo de la reforma anunciada, no correspondería si quiera considerarla sin una discusión profunda donde participen técnicos –a través de talleres- especialistas en estudios de mercado, donde sean escuchados tanto quienes comercializan el vino como quienes lo elaboran, desde los pequeños productores hasta los industriales más influyentes.
Por eso, primero sería sensato buscar el consenso. No vaya a ser que detrás de todo esto venga un Caballo de Troya que se meta en la industria y sus normas rectoras que perjudique a la región y sus productores más pequeños.

Como cuando se reforma un sistema sin analizar todas las aristas que ello significa para una industria tan grande e importante como la vitivinícola.


Contra las viejas y queridas tintoreras
Respecto al segundo punto, el de las tintoreras, habría que ver qué se plantea con la iniciativa de su total eliminación del mapa vitivinícola nacional.
Nuevamente en este punto habría que abonar un debate técnico económico sobre su posible eliminación. Porque la realidad indica que variedades de origen francés como la Aspirant Bouchet están intercaladas en los viñedos del mundo con castas como la Cabernet Sauvignon o el Syrah.
Porque obviamente ayudan a mejorar el color en forma natural en el vino, con un producto tan hermoso y natural como un grano de uva, sano, cuya particularidad es dar color, sólo eso, sin aditamentos artificiales o químicos que pongan en riesgo la genuinidad de cualquier producto vinario.

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