Fuente:
RaqueLíquida Blog.
Casi
agotando el año, rememorando lo bueno y lo malo y haciendo nuevos
propósitos para el 2012, os propongo saltaros vuestras propias normas,
cruzar la línea… pecar… ser infieles… y disfrutar sin límites de lo
desconocido.
Foto: Cuando uno descubre un vino que le gusta, por fortuna, nadie le
obliga a que sea “para siempre”…Es verlo, o pensar que lo tengo cerca, y
empiezo a sonreír. Me encanta, porque me proporciona un
placer cotidiano,
la satisfacción de saber hasta dónde puedo confiar en él, el gusto de
rememorar buenos momentos a su lado. Le debo muchas sonrisas, muchas
ansias saciadas gracias a su cercanía, buenísimos recuerdos que no
serían tales sin él. Lo conozco, lo he ido conociendo poco a poco y sé
que no me falla, que siempre me da lo que necesito cuando lo busco. Y
sabría describir perfectamente su color, cómo se mueve, cómo huele, cómo sabe y
hasta dónde me ha marcado su recuerdo. Pero a pesar de nuestra lealtad
mutua, voy a serle infiel. Quiero descubrir si me llenarán otros
sabores, si puedo hablar otros idiomas o si el placer al lado de otros
será el mismo, o habrá matices distintos. Me apetece probar. Quiero
ser infiel a mi vino de siempre.
Y no solo eso. Me proclamo firme seguidora de la infidelidad. En el
vino, eso sí. No hablo de desterrar para siempre a ese amigo embotellado
que ya conocemos y que, cuando tenemos que quedar bien en una reunión o
comida, nos acompaña y sabemos que no nos fallará. Hablo de no ceñirse a
uno solo. En el vino, hablando metafóricamente, hay que ser un poco
“pendón”, picotear uno, otro, una zona, una marca, otra, un tipo de
vino… y entretenerse al máximo con cada uno. ¿Qué no queremos volver a
“llamarlo” o tener otra cita con él? No passsa naaaaaaaaaada, hay mil
vinos sueltos por ahí esperando que nos fijemos en ellos.
La monogamia, por tanto, no es la mejor opción cuando se trata de
vino. Y esta recomendación podría hacerse extensiva los cócteles (yo soy
fan del Cosmopolitan, por ejemplo, pero de vez en cuando una copita
recomendada por el barman para ponerle los cuernos a mi combinado me
descubre sabores nuevos que me encantan) o a los destilados (sí, os
encanta el Gin&Tonic o vuestro ron añejo de siempre, pero, ¿por qué
no un buen brandy añejado con una rodaja de naranja, o un combinado de
tequila? ¿qué puede pasar por el flirteo con otras sensaciones?). Uno
puede ser fiel a su riojita o su ribera, a su champagne o a su borgoña,
pero descubrirá nuevos mundos cuando se salga de la rutina y descorche
un buen tinto de mencía del Bierzo, de syrah de Castilla- La Mancha o un
atípico y casi desconocido vino de bobal, que los hay de Albacete o
Manchuela. O cuando se decida de una vez a adentrarse y dejarse empapar
por un jerez o un vino de Montilla, o un toscano, o un vino del Douro.
Os aseguro que la experiencia no os dejará en absoluto sentimiento de
culpa. Al contrario, puede enseñaros a apreciar nuevos sabores y dar una
perspectiva a vuestro vino des siempre que sin estos rollitos de una
noche no tendríais. Más que traición,
será un aprendizaje del que jamás sentiréis culpa.
Tened amantes en el vino y dejaos mojar por líquidos diferentes,
excitantes, desconocidos que solo quieren que los agotéis, que los
bebáis hasta el final de la copa.
Sed infieles, promiscuos, adúlteros… y pecad con otros vinos.
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