INTERNACIONAL Científicos chilenos logran producir vinos con bajo alcohol sin sacrificar la calidad

Un crítico de vinos sin pelos en la lengua (Otra de Copello)


Fernando Copello, periodista y crítico. El brasileño Marcelo Copello es uno de los periodistas cariocas más conocido en el mundo de la enología; el personaje y su historia

Fuente: Brando

El personaje. Marcelo Copello es un periodista sumamente interesante, al que tuve oportunidad de entrevistar días pasados. Brasileño, carioca para más datos e hincha del Flamengo, 45 años de edad, analista de sistemas, ex gerente de IBM en su país. Comenzó a sentirse atraído por el vino desde su temprana juventud, leyó todo libro que cayó en sus manos sobre el tema de sus amores, probó cuanto vino pudo -aprovechando que en Brasil se pueden comprar vinos de todo el mundo-, y así fue adquiriendo el perfil de experto.

Charlas de amigos . Poco a poco se fue volviendo obsesivo, charlando con sus amigos más íntimos sobre todo lo que tuviera que ver con el vino. Éstos le pidieron que organizara catas en su casa para ayudarlos a ellos también a comprender mejor el mundo del vino. Era el año 1995, justamente cuando el gobierno de turno en su país, abrió la importación de todo tipo de vinos.
Estas catas amistosas pasaron a ser profesionales. Se sorprendía de la cantidad de gente que se interesaba por sus catas, y lo comprendo, porque cuando pude frecuentar los asados -"churrascos" en portugués- que se hacían en casa de mis amigos de la familia Miranda, en la Barra da Tijuca, solía acercarme hasta un supermercado a comprar algún vino brasilero, para acompañarlo. Y cuando me veían tomarlo, los miembros de la familia y amigos se mostraban sorprendidos de mi preferencia, aclarándome una y otra vez: "mais Alexandre: com churrasco se bebe cervejinha, nao vinho.".
Pero Marcelo remontó esta corriente y sucedió que en 1998 la empresa lo envía a trabajar a Italia por un año. Ni lerdo ni perezoso, aprovecha y da charlas sobre vinos para extranjeros, y escribe el segundo libro. Ya el primero, había aparecido como resultado de sus notas para las charlas de amigos cariocas.

Curiosidad. ¿Porqué me interesó Marcelo? Porque es el periodista enológico más notorio de su país, y el primero del Brasil en escribir en una de las revistas más importantes del tema en Portugal. Porque quien lo trajo a la Argentina fue Wines of Argentina para que diera una charla en Mendoza a los asociados. En la presentación para la prensa se aclaraba que era un periodista que no aceptaba patrocinios ni publicidad que provenga de bodegas o comercializadoras de vino de ningún tipo. La charla la denominó "De Platón a Parker".

NO era otra cosa que lo que dice en su blog "mar de vinho", que tiene una solapa que dice "Etica" y al abrirla aparece la misma aclaración: "Mar de Vino es un site totalmente independiente, no tenemos participación accionaria, comercial, ni realizamos consultorías a importadoras, vinícolas, comercios, restaurantes o cualquier empresa que comercialice vino". Parece que ningún otro periodista en su país se atreve a hacer una declaración de este tipo.

¿Y por casa como andamos? Y, andamos complicados, como andan los brasileros, atenti, por lo que le dije antes, allá nadie hace una declaración semejante. En la Argentina buena parte de los periodistas enogastronómicos son patrocinados por bodegas o empresas vinculadas al mundo del vino. Unos lo hacen con cierto pudor, algo así como el recato, y otros lo hacen con una desvergüenza que insulta la inteligencia de los lectores.

En la Argentina, se mezcla todo como en botica. Algunos periodistas hacen cartas de vinos para los restaurantes; mientras sommeliers se desesperan por escribir notas sobre vinos, quizás con la intención de desplazar a los periodistas o no -de hecho lo hacen- quizás como revancha por lo dicho anteriormente. Y todos en alegre montón, recorren las gerencias de marketing de las bodegas, rogando por un imprescindible apoyo económico.
Consecuencia no deseada: la inmensa mayoría de las bodegas PYME quedan fuera de los comentarios, de las cartas de vino, etc., sin importar la calidad de sus productos, con lo que el gran público pocas veces llega a oír hablar de ellas y sus vinos. Recuerde: los de temer no son los que reciben publicidad de manera explícita y notoria, sino los que no se sabe que están en el pay-roll, y solo se puede inferir porque de 4 notas que escriben, en 3 mencionan de alguna forma las mismas bodegas o elogian el tipo de vino que ellos venden. Y lógicamente, hay culpa por varios lados: el que paga, el que cobra y el que publica colaborando a engañar lectores de buena fe..

Volviendo a Marcelo. Le pregunté por estos catadores internacionales que recorren distintos lugares, permitiéndose catas de 200 o más vinos en unas pocas horas. Vinos sobre los que opinan, los puntúan, y hasta hacen guías condenando y premiando. Me dijo que él no acepta hacer catas en las que haya que probar más de 50 vinos por día, ya que le dedica de 3 a 4 minutos a cada uno. Y no pocas veces, a la media hora, vuelve sobre un vino que le ofreció dudas para ver si en ese tiempo el vino evolucionó de alguna forma que le permita cambiar su puntuación.
No conoce al afamado Robert Parker, y prefiere usar una escala de 5 estrellas para calificar los vinos, si bien reconoce que la escala parkeriana de los 100 puntos es la más aceptada por el público en general. Reconoce que obtener 89 puntos puede ser una pesadilla para el productor de un vino, y 90 puntos es haber pasado el marco de la puerta del Cielo, un punto es una diferencia insignificante y no es raro que si se vuelve hacer probar el mismo vino a un experto, le cambie la puntuación para arriba o para abajo, ignorando su propia calificación anterior.

Sí le llama la atención que cada vez que viene a Mendoza, escucha a muchos bodegueros declarar que no les interesa la valoración que haga Parker, pero cuando le presentan un vino para que lo pruebe, si pueden, nunca dejan de aclararle: "es un vino de xx puntos de Parker", y lo dice dejando asomar una sonrisa pícara en su cara. Su ángel guardián. Se llama Renata, es su mujer, que además es literalmente preciosa. Comparte incondicionalmente el amor de Marcelo por el vino, y reconoce que cuando están juntos en un momento de tranquilidad, les gusta tomar vinos blancos o champagnes añejados. "Viejos" los llama él. Y esta preferencia se funda en el gusto de Renata, y en el hecho de que a él lo que más le toca catar, según me explicó, son vinos tintos que terminan cansándole el paladar.

Parece ser que hay otro ángel guardián en su vida, que es Vik, la perra puddle que aseguran ambos ¡cata vino! Le sirven un poco en su cuenco. Vik huele atentamente, y después se lo toma.Cosas vederes Sancho.
Una empresa caminando. En esto se ha convertido Copello. Tiene una empresa desde hace 15 años que se llama "Baco Multimedia", porque tiene programas de TV, de radio, organiza catas por todo Brasil, principalmente, escribe artículos en la Gazeta Mercantil, el diario de negocios del país vecino, publica libros. Dice que los principales ingresos provienen de las charlas, donde reúne con frecuencia a 300 personas interesadas en compartir sus conocimientos. Futuro de los críticos. Según él, cuanto más vaya sabiendo la gente sobre el vino, y de cómo conocerlo más adecuadamente, el rol de los críticos irá siendo menos importante, porque es la gente la que tiene que elegir el vino que mejor se ajuste a su gusto y a su paladar. Pero no se puede negar que la influencia de las redes sociales y los blogs, va a demorar en decaer.

Conclusión. Ya vemos que en todas partes se cuecen habas, y siempre tratar estos temas más aleja que acerca a amigos del palo. Pero como dice Marcelo con su libertad de opinión: "Brasil está lejos de tener buenos vinos, lo que significa recorrer un viaje de muchos kilómetros, en el que se avanza de a pocos centímetros cada año. Pero lo que es seguro es que cada año estamos un poco mejor.Y si acaso lees a un periodista brasilero que diga que nuestros vinos ya son buenos, seguramente está relacionado de alguna forma con el negocio del vino". Si él lo dice..

Miscelánea alfajorera. Los amigos de Guolis, productores de alfajores de Balcarce, han recorrido un largo camino desde que los conocí en el 2008 en un merodeo casual por su zona. Entonces me impresionó la calidad de sus alfajores. Ahora resulta que los han descubierto muchos otros, y de atender en una casa particular, han pasado a un local espectacular, que llaman Tienda & Café, sobre la ruta 226, a la altura del km. 62 y un poquito. Y como no tienen paz, ahora avanzan con alfajores bañados en chocolate blanco. En el sacerdocio que implica esta profesión, tuve que probarlos y literalmente sucumbí a los encantos que producen en un paladar goloso. Si puede, no se los pierda.

Miscelánea golfista. Me dice Diamela: "vení al golf de Cardales, que vas a conocer una movida original". Fui, y me encontré con que habían organizado la rama aceitera de Indalo un golf gourmet. El asunto era así: si usted embocaba la pelotita en el hoyo, podía pasar a un stand, donde una señorita encantadora le proponía picotear delicias enriquecidas con un baño de aceite de oliva. Todo el asunto fue supervisado atentamente por el nuevo Gerente General de la movida aceitera, Edgardo Mondino, un rosarino que suspira al ver pasar algún auto de alta gama, no ocultando su pasión tuerca. La idea me pareció original y bien ejecutada. Dando vueltas por allí lo vi a Hernán Rojas, que es rugbier y no golfista, ¿habrá tenido algo que ver con esto?

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