Muchas Medallas

Fabricio Portelli, único jurado argentino presente en los Decanter World Wine Awards y el Concours Mondial de Bruxelles, explica el significado que tienen las medallas obtenidas por las etiquetas nacionales para los consumidores.




Fuente: El Conocedor



El consumidor no suele estar al tanto de la gran cantidad de pruebas y concursos internacionales que existen y en los cuales participan asiduamente mucho de sus vinos preferidos. Sin embargo, cada medalla obtenida tiene un significado especial porque, más allá de la calidad que hay detrás de cada etiqueta, siempre suma la opinión de un referente, la recomendación de un conocido e incluso un premio. Y aunque a lo largo de la historia los concursos han sido la herramienta más eficaz para promover los vinos en todo el mundo, esto también derivó en la proliferación de competencias. Por suerte, muchas ya no existen y sólo algunas se mantienen y hasta demuestran un sostenido crecimiento. Es por ello que no solamente es importante el color de la medalla obtenida, sino quien la otorga.



Esta semana salieron a la luz los resultados de dos de las competiciones más respetadas por la industria y, por ende, las más influyentes en el consumidor: los Decanter World Wine Awards (DWWA) y el Concours Mondial de Bruxelles (CMB).



Los primeros fueron creados hace más de cinco años por la prestigiosa revista inglesa Decanter y en esta edición 2011 batió un nuevo récord al superar los 12.000 vinos. Mientras que el CMB acusa una mayor antigüedad ya que este año se llevó a cabo la decimoctava edición en Luxemburgo. Este concurso nacido en Bruselas (Bélgica) desde hace más de cinco años cambia de sede constantemente con el propósito de promover nuevas zonas vitivinícolas. Así pues, este año los casi 300 jurados internacionales que asistieron pudieron recorrer los bellísimos viñedos de Luxemburgo y maravillarse con sus blancos a base de Riesling, Pinot Gris y Auxerrois, entre otros, más allá del Crémant, el espumante local más famoso de la zona.



Por su parte, en los DWWA participan alrededor de cien profesionales, entre periodistas, enólogos y compradores. Aquí, cada jurado está conformado por expertos de cada región, quienes, sentados a la misma mesa y luego de degustar a ciegas el flight, discuten y se deben poner de acuerdo en la medalla a otorgar.



En los CMB la estructura es más tradicional y en línea con lo que exige la OIV (Organización Internacional de la Viña y el Vino), es por ello que el jurado está integrado por un presidente y cinco jueces de diversas nacionalidades. Cada uno llena una planilla y el promedio de los puntajes otorgados decidirá la medalla.



Por otra parte, mientras aquí el único dato disponible del vino es la añada, en los DWWA ya se sabe el origen porque cada jurado se dedica a degustar los vinos de una misma región, pero además, la cosecha, el terruño, la composición varietal del vino y, lo que es muy importante para el consumidor, la franja de precios. Porque los ingleses no conciben recomendar vinos sin tener en cuenta el precio de una etiqueta en un supermercado o vinoteca.



Hay mucho trabajo detrás de estas competencias, mucho tiempo, gran cantidad de personas, miles de botellas que van y vienen… Todo este esfuerzo es para que el consumidor tenga más información a la hora de elegir. Y este dato, la medalla, es muy valioso porque nace, además de del profesionalismo de todos los involucrados, de la exigencia. En el CMB para obtener un galardón Gran Oro hay que superar los 96 puntos, obtener entre 89 y 95,9 para una medalla de Oro y entre 85 y 88,9 para una de Plata. Mientras que en los DWWA, sobre una escala de 20 puntos hay que estar entre 14 y 15,4 para ser recomendado, entre 15,5 y 16,9 para ser bronce, entre 17 y 18,4 para ser plateada y entre 18,5 y 20 para llegar al oro. En este caso, las medallas de oro participan en una segunda cata para alcanzar los Regional Trophies, es decir, los más destacados de la región en cada categoría. Y a su vez, éstos participarán luego con los trofeos de los demás países para lograr el International Trophy. Todo esto avala los premios que ambos concursos ponen cada año a disposición del consumidor global.





Argentina confirma su buen rumbo

Si para el consumidor significan un valor agregado muy útil para elegir mejor, estas medallas representan muchas cosas para las bodegas argentinas, no sólo desde lo anímico, sino también desde lo estratégico ya que pueden confirmar –o no– sus expectativas y seguir trabajando con cada varietal y cada vino en función de esos datos, más allá de lo que digan las ventas.



Hay algo para destacar: la consistencia de los resultados en ambos concursos, lo que confirma la calidad de los vinos. En ambos certámenes, la performance superó el 50% porque en los DWWA se consiguieron 205 premios sobre 400 vinos presentados, y en el CMB fueron 32 medallas sobre alrededor de 70 vinos participantes.



Aunque el Malbec sigue siendo la mejor referencia de nuestros ejemplares, algo que queda evidenciado en los premios, el segundo vino indiscutido es el Cabernet Sauvignon, lo que reafirma una vez más que si se le dedica la misma pasión que al Malbec, el límite es inimaginable.



No obstante, lo más destacado que arrojaron los resultados fue la diversidad porque hubo premios importantes para cepajes como Bonarda, Tannat, Pinot Noir, Chardonnay y Syrah, además de muchos blends.



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