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Mi primer vino

Fuente: Memorias del Vino Blog

Nicolás Visnevetsky.



El primer recuerdo que tengo del vino, es la tapa a rosca del Toro tinto, rodando sobre el mantel a cuadritos naranjas y blancos que mi abuela usaba para amasar y que luego de una sacudida se montaba la mesa del almuerzo, aunque a veces quedaban partículas de harina.

Uno de los recuerdos más frescos es el sifón Drago de mi abuelo Rodolfo, y la ceremonia cuando había que cargarle una garrafita.

Todos los nietos alrededor, como si fuéramos un grupo antiexplosivos, y el abuelo, que le gustaba mandarse la parte, le metía misterio y suspenso al asunto.

Así un sifón que se podía cargar en 30 segundos tardaba 5 minutos y el abuelo era He-man, quien además de proveernos de soda, evitaba cualquier tipo de explosión.

En ese folklore de almuerzos en casa de mis abuelos en el barrio La Falda de Bahía Blanca, el viejo metía en su vaso un chorro de vino, un trago de jugo de naranja y un sifonazo de soda y como era un buen abuelo, convidaba a sus nietos, en menos proporciones que las que acostumbraba, vino + jugo de naranja + soda.

Ese fue mi primer contacto con el vino. Hace 24 años, hoy tengo 31 y si bien hace rato que no le pongo jugo de naranja al vino, me acuerdo del Toro viejo, y de esa tapa dorada a rosca con la cara del Toro Champion, que si uno apretaba con fuerza, la doblaba toda…

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