INTERNACIONAL Científicos chilenos logran producir vinos con bajo alcohol sin sacrificar la calidad

Bodeguera, bailaora y twittera

Anabel Caselles es una de las responsables de bodega SinFin y la ideóloga del encuentro BodegasTW, que reunió 100 mil pesos para la Fundación CONIN.

Fuente: Diario UNO

Con tan sólo 29 años, Anabel Caselles ha logrado cumplir varios de sus objetivos, que la han posicionado en un lugar preferencial entre los nuevos promotores del vino en Mendoza. Fue quien dio el puntapié inicial para la megadegustación denominada BodegasTW, en la que reunieron 100 mil pesos para la Fundación CONIN, y es una de las responsables de Bodega SinFin.

Asesorada por María Isabel Mijares, una importante enóloga española, se perfeccionó en Francia y España, donde también aprovechó para depurar sus estudios en danzas flamencas.


-Cómo se le ocurrió la juntada de bodegas twitteras en el Bustelo?

–En enero, vía Twitter, comencé a decirles a varias bodegas que nos reuniéramos con el fin de hacer contacto y estrechar vínculos, pero que no fuera una juntada tipo feria con competición, sino algo más relajado. Les consulté sobre su relación entre las redes sociales y los consumidores; varias me respondieron y surgió la idea de juntarnos. Fue todo muy espontáneo. Luego, Rodolfo Juárez, de Dominio del Plata, propuso hacer una degustación y empezamos entre varias bodegas a gestar lo que terminó siendo BodegasTW. Por eso, lo importante no es de quién surgió la idea, sino quiénes la concretaron. Entre ellos tengo que nombrar a Gonzalo Merino, Pablo Ponce, Juan Manuel Giménez Riili, Alejandro Vigil, Calina Salas, Gabriela Abihaggle, Juan Ignacio Suárez y Silvana Biaggioti. Siempre digo que el mundo está lleno de grandes ideas, pero son pocos los que se arremangan para trabajar y hacerlas realidad. Por suerte, para este evento hubo un equipo de buenas personas que trabajaron durante dos meses de manera intensa para que todo fuera un éxito.


-El dinero recaudado fue destinado a CONIN, ¿pero cuál era el beneficio para las bodegas?
–El 100% de lo recaudado fue para CONIN. Lo importante para los que iniciamos esto (Renacer, Dominio del Plata, Giménez Riili, Catena Zapata, Trivento, Familia Zuccardi y SinFin) es que fue con un fin solidario y organizado desde las bodegas, sin intermediarios. Creo que fue un encuentro histórico, porque la convocatoria fue vía Twitter y logramos el objetivo.

–¿Hay planes para una nueva edición el año que viene?
–Todo es posible. Esperemos que se dé.

–¿Y por qué decidieron colaborar con CONIN?
–Por dos motivos fundamentales: primero, para colaborar con la lucha contra la desnutrición infantil, problemática principal de nuestra sociedad, y segundo, porque es una fundación con una gran presencia en las redes sociales, que acompañaba también el espíritu twittero del evento.

–¿Cómo ingresó al mundo vitivinícola?
–Mi papá, Carlos, hace 35 años que está en el mercado. En realidad, él es contador, y fue presidente del Citibank y vivimos en Buenos Aires varios años. Mientras estábamos allá, mi padre adquirió fincas acá porque era algo que lo apasionaba. Cuando regresamos a Mendoza, él se dedicó a la finca y hace cinco años comenzamos a producir nuestros propios vinos.

–¿A SinFin ingresó por iniciativa propia o por pedido de su padre?
–Mi papá siempre aspiró a que como familia podamos estar juntos y acompañar al producto. El nombre de SinFin tiene que ver con eso: ser una empresa que pase de generación en generación. Pero siempre nos hemos manejado con mucha libertad; nadie me impuso que trabaje en la bodega. Mi papá ha respetado mucho que algunos de mis hermanos no quieran trabajar en el proyecto, así como también que yo me encargue de áreas como el marketing, la publicidad y todo lo que tiene que ver con las relaciones públicas de nuestro proyecto. La verdad es que para mí es un placer y no una obligación.

–¿Qué es lo que más le atrae de este negocio ?
–Todo el proceso de elaboración. El resultado lo disfruto, por supuesto. Es un placer aparte ver que cada botella de vino tiene vida o va a provocar alguna anécdota en las manos de quien termine. Pero el detrás de escena, por nombrarlo de alguna manera, es muy interesante. Creo que eso debe tener mucho que ver con mi otra pasión, que es el flamenco. Además, el vino es un arte. A veces, el consumidor ve solamente una botella; pero detrás de ese producto terminado hay tantos procesos y tanta gente que lo hace con entusiasmo, que termina siendo un verdadero objeto de arte.

–Además de exportarse, ¿esos vinos pueden conseguirse en el mercado local?
–Sí, por supuesto. Tenemos una tirada anual de 200 mil botellas y, además, la línea de aceite de oliva y grapa. Nuestros vinos ganaron algunas medallas y premios tanto en el país como en España y Estados Unidos.

Perfil
•Nació el 19 de enero de 1981 en Mendoza. Su madre es Glicina Fernández.

•Es publicista, egresada de la Universidad Juan Agustín Maza.

•Está soltera y no tiene novio. “Creo en el amor y en formar una familia, pero no tengo el perfil de (el personaje de la historieta ‘Mafalda’) Susanita”, dice.

•Tiene cuatro hermanos: Daniel, Juan, Valeria y Mariela, y siete sobrinas: Mora, Luana, Sara, Sol, Alma, Azul y Ámbar. “Mi papá está con la pelota esperando que venga el nieto varón”, cuenta en broma.

•Comenzó sus estudios en danza de la mano del bailarín y coreógrafo Enzo De Lucca, en folclore y tango. En España estudió flamenco con los destacados maestros Paco Romero, Conchita España, El Chino y José María Vento.

Del palo
–Para su trabajo en la bodega se capacitó en Europa...
–Sí. Estuve en Bordeaux y Madrid. A nosotros en la bodega nos asesora María Isabel Mijares, que vendría a ser como la Michel Rolland femenina, y fue ella quien me incentivó a que me capacitara en vino con el equipo de ella en España y Francia.

–¿Y aprovechó para perfeccionar su flamenco?
-Estudié con varios profesores en el estudio Amor de Dios. La verdad que fue una experiencia muy enriquecedora. Aquí en nuestra provincia estudié con Miguel de Mendoza, y la verdad es que empecé a hacerlo como hobbie y después me dediqué a bailar. Pero, como me gustaba mucho publicidad, empecé a estudiar en la universidad. Además, tengo la mezcla justa de la madre artista y el padre empresario. Hace unos años formamos el grupo De Buen Aire, junto a las bailaoras Florencia Fourcade y Belén Vega, y los músicos Carina Beysa, Diego Carrillo y Diego Romero. Hoy, si bien no tenemos un nombre como grupo, seguimos actuando. Y también estoy trabajando en un proyecto para unir el flamenco con el vino. Son dos pasiones muy fuertes y necesito unirlas.

–¿Y qué tienen en común como para unirlas?
–Veo al enólogo trabajar con el mismo amor con el que un bailador se sube a un escenario y deja todo de sí. Antes bailaba folclore y tango, pero el flamenco me atrapó y no lo pude dejar más. Miguel de Mendoza dice que es un veneno que no tiene antídoto, y así lo siento. Y de la misma manera me atrapó el vino, aunque hay mucho circo alrededor de él.

–¿Y cómo los fusionaría?
–No quisiera que fuera un proyecto directamente relacionado con la bodega, porque sería muy caprichoso de mi parte. Estoy haciendo un estudio para ver de qué manera puedo unirlos, ya que el mercado del vino es muy competitivo y hay que estudiar cada paso.

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