INTERNACIONAL Científicos chilenos logran producir vinos con bajo alcohol sin sacrificar la calidad

8 recomendados que vale la pena conocer.

Es cierto que fuera de los límites de la Ciudad de Buenos Aires, la oferta gastronómica es más acotada. Pero no por eso resulta menos interesante. A pocos kilómetros de la ciudad, hay algunos lugares que no tienen nada que envidiarle a los más renombrados restaurantes de los grandes polos porteños.

1. Almacén Santa Rita, en Adrogué
El secreto mejor guardado de Adrogué. No hay cartel que indique que allí, en ese antiguo almacén, funciona uno de los mejores restaurantes de la zona sur. No sólo por su excelente cocina de autor sino también por su original propuesta. En lugar de carta, hay un menú fijo de 6 pasos ($110), con acento en los pescados y maricos, que Billy Suarez, dueño a cargo de los fuegos de Santa Rita, te trae a la mesa. Es, además, un sitio histórico: mantiene desde 1864 la fachada de ladrillo y perlas originales, como el mostrador de mármol de Carrara.

(Av. Quintana 407 esq. de la Peña / T. 4294-0411)

2. Felix, en Avellaneda
Ubicado en el corazón de Avellaneda, conjuga buena cocina y atención amable con el espíritu de bodegón, que conserva desde los años 50, tiempos en los que alimentaba a los portuarios de la zona. La carta es amplia, pero su fuerte son los pescados: trucha, lenguado, atún rojo, bacalao noruego y merluza negra a la gallega. Imperdible la tortilla española de bienvenida. El salón, decorado con botellas de rincones remotos y platos de porcelana, cuenta con un sector con juegos para los chicos, que se llena los sábados y domingos. Costo promedio por persona: 120 pesos.

(Freire 794, Avellaneda / T. 4228- 5874)

3. Casa Aristóbulo, en Vicente López
Una meca de la comida casera, rica y natural para porteños y vecinos de la zona. De su pasado de almacén, aún conserva las persianas de enrollar, la heladera mostrador de madera, los pisos de mosaicos calcáreos y una salamandra que aporta calor de hogar al salón. Sobre los manteles de hule se sirven pizzas, salteados al wok, pescados traídos a diario del barrio chino y algunos clásicos, como los panzottis caseros de hongos. Podés elegir el vino a la carta o pedirle a Andrés Libedinsky, dueño y chef, que te sirva el pingüino con vino salteño. El dato: hay seguridad en la puerta. Costo por persona: 83 pesos.

(Aristóbulo del Valle 1889, Florida / T. 4718-2884)


4. Capitain Cook, en San Fernando
Auténtica cocina del sudeste asiático frente al río. Con vista a la marina del norte, Marta Ramírez, dueña y chef, replica platos típicos de Laos, Filipinas, Tailandia, Camboya y Malasia hasta en el más mínimo detalle, con idénticos ingredientes, especias y métodos de cocción. Buenos el Kûng khara de langostinos caramelizados en salsa thai y el Laksa Ayam, un salteado típico malayo con fideos de arroz, pollo, nueces, leche de coco y verduras. Como broche, los helados caseros de coco, maracuyá y lemon grass. De día, la carta cambia por la cocina internacional. Costo promedio por persona: 130 pesos.

(Marina del norte, Del Arca y Río Lujan, San Fernando / T. 4725-7760)

5. Los Talas del Entrerriano, en José León Suárez
Un sábado a la noche, en este galpón gigante, podés encontrar un centenar de comensales. Todos vienen a devorar los famosos lechones al asador que Oscar, el dueño, trae desde Cañuelas. El secreto de su éxito es la calidad de las carnes. El vacío y el matambre, dos especialidades de la casa, salen tiernísimos. Para acompañar, papas fritas y ensaladas frescas. Las porciones son para compartir, igual que las bebidas (las gaseosas son de 1 ½ litro). Ni el que llega en un Fiat Duna ni el que estaciona su BMW último modelo se queja por tener que llevar efectivo, único medio de pago. Costo promedio por persona: 80 pesos.

(Avenida Juan Manuel de Rosas 1391, José León Suárez / T. 4729-8527)

6. Jatetxea, en Temperley
Después de convertir a Burzako en uno de los referentes de la cocina vasca en Buenos Aires, a comienzos del 2000, el chef Coco Egozcue se instaló en el Centro Vasco de Lomas de Zamora, en el corazón del barrio inglés de Temperley, y allí abrió Jatetxea. En un cómodo y amplio salón que da a la calle, ambientado al estilo taberna, ofrece una buena variedad de platos típicos, como las croketas de puerro con salsa ali oli, txipirones encebollados, paella y su clásico rabo de buey glaseado al vino Barbera. De postre, natilla con vainilla de Tailandia. Costo promedio por persona: 100 pesos.

7. Rawson, en La Lucila
Bistró de barrio que ofrece platos tan sofisticados como los que se sirven en los grandes polos gastronómicos. La carta va de los pescados a las carnes rojas, pero la especialidad de la casa son las pastas rellenas: hay sorrentinos de salmón rosado y ravioles de jabalí ahumado, de cordero, de lomo a las tres pimientas, de ciervo, de langostinos y hasta de hilos de limón. La carta de vinos es completa, con bodegas nacionales y boutique, más una selección de vinos franceses realizada por el reconocido enólogo Michel Rolland. Entre los postres se destacan el tiramisú y el crumble de manzana. La atención es solícita y el salón, de paredes bordó y amplios ventanales, agradable.

(Rawson 3508, La Lucila / T. 4799-7035)


8. El Gato Blanco, Tigre
¿Querés aprovechar un mediodía de domingo al sol? Tomá la lancha colectiva que va al Delta y pedí que pare en esta casona blanca con techos azules: ofrece una cocina sencilla y tradicional, a orillas del río. Elegí una de las mesas con sombrilla en la galería que da al río y pedí el ojo de bife con papas rústicas, o cualquiera de los pescados, siempre salen buenos. En los alrededores, un parque arbolado con juegos para chicos le da al lugar un aire familiar. Imprescindible ir con reserva: se llena de turistas extranjeros. Costo promedio por persona: $160 pesos sin bebidas.

(Río Capitán Nº 80, Delta del Paraná, Tigre / 4728 0390)

Por Javier Verón

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