APRENDER 6 claves para descubrir un vino con tan sólo un vistazo

Más que una botella

Recorrer bodegas, despertar entre hojas de malbec y elaborar el propio vino son algunos de los encantos del enoturismo: una forma de viajar que en nuestro país ya alcanzó el millón de fieles



Fuente: La Nación

Mendoza, San Juan, Salta, Neuquén, Río Negro, La Rioja y Catamarca son las provincias más importantes del país respecto de la industria del vino. Tanto el turista nuevo como el más avispado llega a estos destinos para disfrutar de sus inspiradores paisajes, propuestas de entretenimiento y la atracción por los secretos del dios Baco. Son 160 bodegas que reciben en las que el visitante se empapa de información y apela a sus saberes sobre varietales, viñedos, cosechas, tanques de acero, barricas y, por supuesto, la degustación de los vinos, esperado momento final de las didácticas visitas guiadas.

Sin embargo, luego de una, dos o tres visitas por las bodegas, el turista se agota de información sobre procesos de elaboración y busca nuevas experiencias. Y esto también lo saben los dueños de casa, que quieren que su oferta se reproduzca y se venda en las atiborradas góndolas de vinos, espacios que pasaron de ser albergue de botellas a marquesinas de lujo con una gama que crece en calidad y originalidad del marketing y diseño. Sus hacedores saben que, aunque el vino entra por la boca, al visitante hay que brindarle algo más que una buena copa para que la grata vivencia se transforme en palabras y circule por las redes del comentario.

El enoturismo aumenta y, según el informe de Bodegas de Argentina, casi un millón de personas al año elige esta modalidad para sus viajes. Para recibirlos y darles confort, primero se procura un espacio agradable y preparado para el descanso. Así, el visitante se relaja, prueba los ejemplares, compra merchandising de diseño, accesorios, vinos a precio más bajo y ediciones especiales. Almorzar o disfrutar de una picada al lado de los viñedos es otra de las invitaciones y sus restaurantes ofrecen menús degustación, generalmente elaborados con productos regionales y acompañados por los vinos de turno. En suma, son alrededor de 50 las bodegas que cuentan con la opción de comer in situ.

La posibilidad de dormir entre las uvas es otra de las variantes. Además de los hoteles y restaurantes en el centro de las ciudades cabeceras hay posadas cinco estrellas o casas de campo, que cuentan con pocos cuartos y un servicio personalizado para que el visitante descubra otras facetas. Cada uno tiene su diferencial y, en general, incluyen tratamientos de spa con uvas o con ingredientes de industrias hermanas como el olivo. Las zonas aptas para el cultivo de la vid lo son también para los olivares y, por eso, muchos elaboran aceite de oliva y derivados como cremas, máscaras y un sinfín de productos para la industria cosmética.

Encanto visual
Desde sus primeros registros, el arte estuvo ligado al vino y, en la actualidad, las bodegas le rinden culto con espacios para su exhibición. Algunos se proponen con formato museo, con colecciones permanentes pertenecientes a las familias tradicionales, tanto argentinas como europeas. Otros llegan en tono contemporáneo, con muestras temporarias. Y últimamente se puso de moda las instalaciones sobre barricas o intervenciones en las etiquetas. Pero no sólo pinturas y esculturas se entienden dentro del circuito artístico; también hay conciertos, recitales y hasta desfiles de moda.

Hasta aquí el turista llegó, recorrió la bodega, degustó los vinos, almorzó y se despertó con hojas de malbec o torrontés en su ventana. Pero hay mucho más.
Para hacer esa experiencia única se ofrecen programas que invitan a ser parte del proceso de producción o elaborar el propio vino. Entonces, según el momento del año, se podrá participar de la cosecha, la poda o, simplemente, caminar entre los viñedos que empiezan a dar sus primero frutos. Y, como de la tierra no sólo crece uva, muchos establecimientos organizan actividades secundarias a la elaboración de vinos que forman parte de la salida.
Aceites de oliva, quesos de cabra, cerezas, nogales, frutales, ahumados, dulces, aceto, chacinados y más. Todo dependerá de la región elegida.

Para los amantes de los deportes y las salidas a puro sol hay un gran abanico de opciones. Desde canchas de golf profesionales hasta un viaje en globo. En el medio, más formas de mantenerse en movimiento: del más tradicional tenis a bajar los rápidos en rafting, pasear en bicicleta, navegar, hacer alpinismo, descender en aladelta, jugar al polo y hasta cruzar la Cordillera a caballo.
A continuación resumimos algunas de las innumerables propuestas que ofrecen las principales provincias vitivinícolas de la Argentina. Pasen, degusten y vean.

Mendoza
Hace seis años que se mantiene a la cabeza del turismo del vino con el 34 por ciento de los visitantes (San Juan tiene el 14 y Salta, el 11). La mayoría de las bodegas se puede visitar y, en algunas, existe la posibilidad de realizar una cata dirigida, armados de blend y tomar clases de cocina.
En esta provincia las principales zonas de interés son Luján y Maipú, cercanas al centro; Valle de Uco, donde está Tunuyán y Tupungato (capital de la nuez y los vinos de altura), y un poco más lejos, San Rafael, con encantadores atractivos naturales.

Deportes: tenis y golf en Algodón Wine State; kayak, windsurf, parapente o pesca deportiva, en San Rafael; vuelo en globo sobre los viñedos y recorrido en cuadriciclos, en Zuccardi; paseo en carruaje, en Tapiz. Polo en Cheval Des Andes, con lecciones, almuerzo y práctica; cabalgatas en Nieto Senetiner, Lagarde y Terrazas.
Astronomía: observación nocturna en Finca Decero.
Actividades participativas: cosechas en Bianchi, Propio, López, Catena Zapata, Zuccardi, Melipal, Salentein. Safari fotográfico, en Norton.

Dormir: Algodón Wine State (San Rafael), Cavas del 23; Antucura, Terrazas. Salentein.
Comer: Algodón Wine State, Bianchi, Ruca Malen, Lagarde, López, Alfredo, Norton, Roca, Navarro Correas, Ande Luna, Sophenia, Nieto Senetiner, Cheval Des Andes, Chandon, Norton, Séptima, Goyeneichea, Zuccardi, Trapiche, Cavas del 23, Tapiz. El Sheraton Hotel ofrece la Ruta del Olivo, programa que recorre el circuito de la aceituna para luego terminar con un masaje corporal con oliva y una cena diseñada con la fruta.

Espacios de arte: Museo de La Rural, Killka de Salentein; Cavas del 23, Zuccardi, Finca La Anita; Navarro Correas.

Patagonia
Es la zona vitivinícola más joven del país. Además de las bodegas se pueden visitar museos que exhiben fósiles, el complejo Cerros Colorados y, en Los Barreales, el Museo Paleontológico. En Añelo está el cementerio aborigen precolombino descubierto en 1988. Para llegar hay que pasar por el cristalino lago Mari Menuco, donde se puede tomar baños de sol, practicar esquí, windsurf o simplemente nadar. Las cerezas y las peras comparten el paisaje con los viñedos

Lugares para visitar: Familia Schroeder, Fin del Mundo, NQN y Valle Perdido.
Todavía no están desarrolladas muchas opciones de restaurantes y hotelería, pero avanzan rápidamente.

San Juan
Cuando la cordillera de los Andes alcanza 50 kilómetros de ancho, se llega a San Juan. La provincia estuvo asociada a la producción de vino a granel, pero hoy hay muy buenos y propuestas turísticas. La mayoría de las bodegas está en Tulum, Ullum y Zonda.

Lugares para visitar: las bodegas locales son Graffigna, que cuenta con un museo de documentos y máquinas sobre la historia de la actividad Las Moras, Callia, Viñas de Segisa -que ofrece espectáculos-, Fabril Alto Verde y la Guarda, entre otras. En el centro de la ciudad, Antigua Bodega es un complejo enoturístico que ofrece una visita y un espacio cultural para exhibiciones. Además de conocer el mundo del vino sanjuanino hay que ir a Ischigualasto (Valle de la Luna), Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco.

La Rioja
La provincia cuenta con el cordón nevado de Famatina, de 6100 metros, y a sus pies los valles Chilecito y Famatina. En el recorrido hay degustaciones, emprendimientos de nogales abiertos para comprar dulces, quesillos y nueces. También, actividades de alta montaña. La principal uva de la zona es la torrontés, que se produce en muchas de las 35 bodegas riojanas.

Lugares para visitar: hay un circuito del vino artesanal y otro, industrial. Cabalgatas, paseos en 4x4 y carrovelismo, como en las bodegas Valle de la Puerta o Chañarmuyo.

Comer: Huayrapuca es el pueblo para alojarse y degustar platos regionales, todos con algo de nuez. Cena en las chozas de los Diaguitas. Hay que ir a Aimogasta, cuna del olivo, y al Parque Nacional Talampaya.

Salta
La producción vitivinícola de más altura del país se encuentra en las zonas de Cafayate, San Carlos, Tacuil y Molinos. Su turismo crece considerablemente por mes, especialmente en el enoturismo, y se acaba de inaugurar el Museo del Vino en Cafayate. Hay actividades como cabalgatas, caminatas, mountain bike y tenis. En la posada de Colomé hay un museo lumínico y en Domingo Hermanos se inaugurará una exposición de seiscientas variedades de cactos.

Actividades participativas: se puede visitar la fábrica de quesos Cabras de Cafayate, con degustación, y en la nueva bodega Domingo Molina de Yacochuya hay visitas guiadas acompañadas por una picadita. Lo mismo sucede en Finca Las Nubes de Mounier, que cuenta con una vista privilegiada al valle. Actividades de poda y cosecha en El Esteco. Brindis nocturno y cena en la bodega El Porvenir o viaje en helicóptero de Salta a Cafayate.

Para dormir: Viñas de Cafayate, la posada Colomé, Patios de Cafayate Hotel & Spa.
Lugares para visitar: El Porvenir, El Esteco, Mounier, Domingo Hermanos, Amalaya, El Esteco.

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