APRENDER 6 claves para descubrir un vino con tan sólo un vistazo

La socia mendocina de Rolland

Se llama Gabriela Celeste y conoció al winemaker francés por casualidad. Actualmente, la profesional es una de las más destacadas de Argentina.

Fuente: Diario UNO

Cuando Gabriela Celeste comenzó a estudiar Agronomía, jamás imaginó que terminaría trabajando como enóloga y mucho menos que se transformaría en la socia minoritaria del winemaker francés Michel Roland.
Actualmente, la profesional pasa gran parte de sus días trabajando y desarrollando proyectos para Eno.Rolland, que comenzó como un laboratorio de enología para proveer internamente a las producciones de las bodegas del grupo Clos de los Siete, y ahora realiza asesoramientos en las áreas de viticultura, enología, comercial, degustaciones y formación de personal técnico. Entre sus clientes se encuentran más de 180 bodegas y emprendimientos vitivinícolas en todo el territorio argentino.

Así, en el laboratorio ubicado en plena ciudad de Luján, Celeste atiende a este diario y le cuenta como pasó de ser una simple pasante de una bodega boutique de Trapiche a la mano derecha, en argentina, de Rolland.

–¿Cómo comienza a relacionarse con el mundo de la vitivinicultura?
Siempre me gustó la actividad agrícola en general. Cuando comencé a estudiar en la universidad, tuve que cursar las materias de enologías y vitivinicultura, y me encantó.

–¿Y su familia tiene algo que ver con el medio?
Mi papá tiene un pequeño viñedito de 11 hectáreas en Cruz de Piedra. Recuerdo que cuando era chica lo acompañaba a la bodega e iba a las cosechas... Y por eso siempre me gustó la parte del campo, pero cuando empecé la facultad nunca pensé que iba a terminar trabajando como enóloga.

–¿Cuál fue la primera bodega para la que trabajó como enóloga?
–Me recibí en diciembre de 1995 y en febrero de 1996 empecé a trabajar en Trapiche, en la bodega Peñaflor. Mi objetivo era desempeñarme en una bodega grande sin que me pagaran un sueldo como profesional porque quería aprender. Tuve la suerte de que me tomaran y me asignaran una bodega boutique, donde empecé a seguir los diferentes pasos que se realizaban allí.

–¿Cómo se contacta con Rolland?
Cuando trabajaba en Trapiche, Michell asesoraba. Pero lo conocí sin saber quién era. Un día, viene un francés a pedirme que le hiciera degustar los vinos y como yo era la más nueva del equipo, le dije que no estaba autorizada hacerlo. Entonces, él insistió porque supuestamente no estaban los enólogos que debían encontrarse con él. El problema era que Michel se había equivocado de sitio y terminé haciéndole la recorrida por la bodega. En esa oportunidad, le comenté que quería ir a perfeccionarme a Francia, aún sin saber que era Rolland. El encuentro fue muy natural. Al tiempo, vuelve y me pregunta si todavía seguía con la idea de perfeccionarme y me ofreció ir a su bodega. En definitiva, me fui y a la vuelta regresé a trabajar a Trapiche, donde me quedé tres años. Después, en 1998, me fui a vinificar a Italia. En esa época, no se acostumbraba a que trabajaras una parte del año acá y otra parte en otro lado.

–¿En esa época había mucha diferencia en la forma de elaborar de Francia, Italia y Mendoza?
–Acá en el ’96 recién se empezaba a trabajar con un poco de tecnología. Rolland introdujo un montón de cambios que empezaron a implementarse cuando yo ingresé a trabajar en las bodegas. Tuve la suerte de ser partícipe de ese proceso y que imagino que en el resto de las bodegas no se trabajaba así.

–¿Hoy nuestras bodegas tienen una realidad muy distinta a las de Europa?
–No, se ha nivelado muchísimo. En nuestro país lo que ayudó mucho fue el tema de la convertibilidad que hizo que muchas bodegas incorporaran tecnología a precios accesibles. Y cuando vino la crisis del 2001, se pudo vinificar en igualdad de condiciones que en otras partes del mundo. Todos los procesos de nuestra historia vitivinícola han incidido en cierto modo en que hoy podamos competir a nivel internacional. Uno de los grandes pasos que se dio fue el de salir de la bodega y ver qué había en los viñedos, ya que eso no se hacía anteriormente.

–Usted tuvo la oportunidad de ir a perfeccionarse a Francia y a conocer la tecnología con la que se trabajaba en ese país. Hoy, que aquí se trabaja con los mismos instrumentos, ¿a dónde le aconsejaría que viajen los enólogos recién recibidos?
–Hoy que está de moda el tema de los vinos del “Nuevo Mundo” sería interesante ir a ver el trabajo de las bodegas de Australia, Estados Unidos, entre otros lugares. El Viejo Mundo siempre es la referencia y a donde yo quería ir porque era la cuna de la cultura del vino. En 1994, tuve la oportunidad de hacer un viaje de estudios con mis compañeros a Napa y no me sorprendió la metodología que usaban. Era todo muy calculado y fuera de contexto. La verdad que no me atrajo.

Enólogo por un día
Gabriela Celeste cuenta emocionada una gran noticia para los amantes del vino que siempre quisieron jugar a ser enólogos. Y es que Eno.Rolland ha diagramado un proyecto para que profesionales y aficionados jueguen a ser winemaker por un día.

“Esta propuesta va dirigida a enófilos de todo tipo, mayores de edad. Consiste en que cada participante pueda elaborar un corte de vino a su gusto, utilizando los varietales de la cosecha 2010 que Eno.Rolland ha preparado especialmente para este proyecto”, explica la profesional.
Los participantes serán asesorados por los enólogos del lugar para diseñar su propio vino.

“Pensamos hacerlo entre mayo y junio, tanto en Buenos Aires como en Mendoza y en otras ciudades del país hacia mediados de año. Además, para la experiencia tendrán acceso a elementos como vinos de la cosecha 2010 en sus diferentes versiones, probetas, pipetas, vasos de precipitado, entre otras cosas. Además de procedencia del viñedo, detalles del proceso fermentativo, detalles de su crianza y notas de cata”, detalla Celeste.

Quienes intervengan tendrán la oportunidad de que Eno.Rolland replique su blend en una barrica, que, luego de pasar por una breve crianza, será fraccionado en botellas.
“Los que deseen inscribirse se pueden comunicar por mail a eno-rolland@sinectis.com.ar.Esta dirección de correo electrónico está protegida contra los robots de spam, necesita tener Javascript activado para poder verla No es un curso accesible económicamente, pero se van a divertir”, cerró la Gabriela.

Personal
•Celeste nació en el Hospital Español (Godoy Cruz), el 12 de febrero de 1971.
•Sus papás son Luis y Norma. Su mamá fue directora de una escuela de Agrelo y actualmente es su secretaria personal.
•Tiene tres hermanos, Luis, Javier y Anabel.
•Es soltera y no tiene hijos.
•Es ingeniera agrónoma recibida en la UNCuyo.
•Una de sus pasiones es bailar tango. Cada vez que puede participa en algún seminario en Buenos Aires. En nuestra provincia estudió mucho tiempo con diferentes profesores, entre ellos los destacados Héctor Moreno y Lucas Galera.

La calidad y los precios
–¿Tiene algún varietal preferido?
–Me encantan los vinos de corte. Según la ocasión es el cepaje que elegís, pero si tengo que decir me encantaría un vino para determinada ocasión, elijo un corte. Por ejemplo, me gusta cómo el Malbec se ensambla con los distintos cepajes y hacer cortes no tradicionales está bueno.

–¿Qué vino nos recomienda comprar en un supermercado?
–Todo depende del bolsillo de cada uno. Los vinos de alta gama son todos recomendables, pero hay muy buenos vinos a precios relativamente económicos. Si tengo que elegir un blend sencillo, elijo el Clos de los Siete, que tiene todos los cepajes. Es un corte que tiene una complejidad que me encanta y es un estilo de vino que elijo. Hay otros más accesibles al bolsillo del consumidor y que rondan entre los 10 y 30 pesos.

–¿A estos los considera buenos?
–Cuando uno elige un vino de este precio, ¿qué pretende? No prentendés la complejidad, la guarda y el añejamiento que puede tener un vino de alta gama, pero buscás un buen color, una buena fruta, una linda frescura y que esté limpio sobre todo. Teniendo todos esos atributos está más que bien para ese precio. Para una comida cotidiana esos vinos son una buena elección, porque si yo tomara de alta gama todos los días, quizás me canse de hacerlo. Además, los de alta gama necesitan que tengás tiempo para disfrutar de todas sus propiedades.

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