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“Me voy al bar”, es una expresión que usamos y escuchamos muy a menudo.
Este acto maravilloso y similar a muchas actividades que nos dan placer hace que nuestras neuronas se descontracturen de una vez por todas.
Un motivo de festejo hizo que nos reunamos en ese lugar para celebrar y brindar.
Alguna mujer nos obligó a ir de copas para que nuestra cabeza se apague como un interruptor, y que el dolor y la analgesia se paralicen. Y, claro, fuimos ahí.
Invitar a una dama a un bar, ya que en general no es muy efectivo proponerles que visiten nuestro hogar la primera vez. Resolver un malentendido familiar, o simplemente divertirse con su pareja o amigos. Los ejemplos abundan, pero el significado es el mismo. Gambetear las neblinas.
También es cierto que los bares son un estado de ánimo. No es común que cuando estemos exultantes vayamos al mismo lugar que cuando estemos afligidos.
Salvo que nos confundamos y creamos que el bartender es un psicólogo.
Si es así, les recomiendo hacer terapia y dejarlo en paz a ese pobre hombre.
Entonces, ¿estamos de acuerdo en que ir a un bar nos reconforta? Perfecto.
La pregunta siguiente es: ¿lo que consumimos nos agrada y nos sentimos cómodos?
No.
Sobre todo cuando pido un Negroni y la cristalería y los hielos no son los adecuados, o cuando los bartenders solo se ocupan en llamar la atención, pero no exponiendo sus virtudes, sino todo lo contrario.
Es casi imposible encontrar bares que luzcan en su barra diferentes whiskeys, gins, vodkas, vermouths, bitters, licores o brandies.
Y es muy posible que jugos de frutas reposen en una caja de cartón o el energizante sea la vedette.
¿Cuántas veces vemos gente amontonada en una barra como si fuera un supermercado en estado de saqueo? Por lo menos a mi no me simpatiza.
Tomar un buen vino, comer bien, fumarse un cigarrito, son además de un buen cocktail, los placeres que perseguimos habitualmente. Estamos de acuerdo que encontrar los lugares donde lo hacen bien es quimérico.Los que saben dicen que en la década del 40 y 50 las barras argentinas lucían distinguidas gracias a la influencia de bares norteamericanos.
En Buenos Aires existen lugares que remontan a esa época, como Doppelgänger, que posee una atmosfera atemporal. Es mi bar preferido, vale aclarar.
Es diferente por donde se lo vea. Se aloja en una esquina y la bienvenida la brinda Stella Torres, tras una vuelta de llaves a la puerta.
Lo primero que asoma a la derecha es un espejo con una frase de George Brassens, de la canción: “Mala reputación”.
Y el otro dueño junto a Stella es Guillermo Blumenkap, un caballero con la misma atmósfera atemporal de Doppelgänger,
En la carta del bar hay una declaración exponiendo que “el que sabe beber, sabe esperar”. Y eso es lo que ocurre allí.
En Doppel, los únicos movimientos abruptos son los mentales y los “Journalist”, “Perfect Martini” o los “Old Fashioned” son tan agradables como los libros que se alojan en la mini biblioteca del bar.
Una curiosidad: no venden cerveza. Un lugar diferente.
Cuando Guillermo habla de coctelería es mejor callarse y escuchar.
Por eso, sin vueltas le pregunté que bares visitar y me recomendó estos:
OAK BAR. (Un lugar señorial en Recoleta. Dentro del Hotel Palacio Duhau Park Hyatt. Desde los balcones se ven los jardines del palacio Los cocktails valen aproximadamente $60. Para ir con dinero y pasar una buena tarde).
878. (Otro de mis preferidos. En Palermo. La atención es excelente, la barra es generosa. Recomiendo la ruta del Whisky: La escocesa y americana. La música es la banda de sonido propia del momento).
GIBRALTAR. (En San Telmo. Para tomar unas cervezas tiradas los domingos a las 18hs, que hay happy hour. Lesrecomiendo darle una oportunidad a la sidra tirada).
JACK THE RIPPER. (Es una experiencia que hay que vivir. Si pasan por la calle libertad al 1200 y no se dan cuenta., vayan al 1275 y entren. Perciben la Inglaterra antigua).
GRAN BAR DANZÓN. (Quizás, conviene ir antes de JACK THE RIPPER, porque están a una cuadra y la barra de vinos es cómoda y elegante. Si, barra de vinos, estas sentado y haciendo barra. ¿Qué más se puede pedir? Los sommeliers aconsejan muy bien).
MUNDO BIZARRO. (Es en Palermo y como JACK es una experiencia con la que tendrían que encontrarse).
Además de los lugares recomendados por Guillermo, que coincido totalmente, yo les propongo VAN KONING, en Las Cañitas, un bar holandés cubierto de paredes de madera y pisos empedrados. 50 cervezas de 12 nacionalidades diferentes nos obligan a pasar algún sábado por la tarde.
Los bares son estados de ánimo. Por eso, cuando se asoman estas neblinas de las cuales queremos escapar, hay 2 opciones: hacer terapia o además de visitar al psicólogo ir de bares. Acá tenemos para entretenernos, por lo menos por un rato.
Mariano Sena
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