APRENDER 6 claves para descubrir un vino con tan sólo un vistazo

Santiago Mymicopulo.

La industria vitivinícola argentina se encuentra en un proceso de cambio constante, en crecimiento. Más allá de los análisis estadísticos sobre los volúmenes de ventas, exportación o quintales de producción, lo que sin duda ha ido creciendo sin pausa y a paso firme fue el interés y el conocimiento de las personas a las que les gusta beber vino. Un producto que ha sido declarado “bebida nacional”, que está íntimamente ligado a nuestra cultura.

Desde su carácter de noble compañero del ser humano desde hace miles de años, el vino es único, como bebida. Pero el inmigrante productor llegado a estas tierras sabía por experiencia que hay muchas diferencias entre cada variedad.

Inclusive la misma variedad daría diferentes resultados según dónde fuera plantada. Nadie se lo contó ni lo leyó en ningún libro, lo vio con sus propios ojos a través de los años, aprendiendo generación tras generación: pura empírica.

Fueron ellos los que trajeron las variedades originales que hoy encontramos en el mercado, adaptadas a nuestros suelos y climas.
Hoy en día, el conocimiento sobre las variedades de uva ha llegado a los consumidores, que han comenzado a diferenciar las cualidades de cada cepa.

Cada vez más personas se transforman en catadores conscientes, y ya no es excéntrico preferir un Pinot Noir a un Cabernet Sauvignon, o un Sauvignon Blanc a un Chardonnay.
Partir de las variedades clásicas para luego alumbrar sobre cepas más exóticas puede ser un camino eficaz para guiarnos en el mercado/océano de etiquetas.

Ahora bien, por definición de diccionario, exótico adjetiva una condición de extranjero, especialmente si procede de un país lejano; por lo que la Malbec y la Bonarda también podrían ser llamadas de esta forma, aunque ningún conocedor diría que lo son.
Pero también se refiere como exótico a algo que nos resulta extraño, extravagante.

Gracias a la avidez de nuevas experiencias que reclama el mercado, muchas bodegas se han lanzado a la aventura de experimentar con nuevas variedades, algunas ya existentes en nuestros viñedos y dejadas de lado, y otras traídas especialmente al país en los últimos años.

Así, de golpe, algunas cepas ignotas comienzan a asomar en las etiquetas. Hace un par de años, la Cabernet Franc, la Petit Verdot y la Tannat eran consideradas variedades exóticas, y aún lo siguen siendo para las mayorías en cuanto a su expresión en la copa; aunque muchos se hayan familiarizado ya con sus nombres.

Los dos primeros se encuentran principalmente en la región de Burdeos, y se utilizan en pequeños porcentajes que aportan características que redondean a los grandes vinos de la famosa región.

La Cabernet Franc es una variedad de maduración temprana y se adapta mejor a climas más frescos, difíciles para otras variedades.
En nuestro país se ha ido posicionando como una interesante opción y se puede encontrar en distintas franjas de precios.
Algunos muy buenos ejemplos para descubrir son el Angélica Zapata Alta ($140), Finca La Celia Reserva ($65), y el 25/5 de Bodega del Desierto ($39).

La Petit Verdot en cambio se toma su tiempo y madura más tarde, y se caracteriza por ser una cepa de intenso color y muy buena estructura.
Anímese a jugar con una cata de tres etiquetas en la misma franja de precios y descubrirá el que mejor se adapta a su paladar. Anote: Fond de Cave Reserva ($56), Montecinco ($58), y Trumpeter Reserva ($61).
En cuanto a la Tannat, es un cepaje originario del suroeste de Francia, Madirán y País Vasco Francés.

Los inmigrantes vascos, justamente, la introdujeron en Uruguay, donde se ha transformado en la variedad insignia. Da origen a vinos poderosos y muy coloridos.
En argentina encontrará dos destacados embajadores de toda esa fuerza en el Laborum de Bodega El Porvenir ($120) y en el Textual de Familia Zuccardi ($52).

También hay cepas blancas que ya son reconocidas por muchos compradores pero mantienen cierto grado de exotismo, como la Tocai Friulano, originaria de la región del Friuli-Venezia Giulia, como su nombre lo indica, que ha generado en Europa aireadas disputas debido a su denominación, similar y que genera confusión, con el nombre de la región productora de vinos húngara Tokaji.

De carácter fresco, aromático y floral, también suele presentar expresiones de frutas blancas y algunas notas cítricas. Un excelente exponente de esta cepa, ideal para comenzar como aperitivo por su frescura y agilidad en boca es el Alfredo Roca Tocai ($35), de San Rafael, Mendoza.
Algo más versátil, la Gewürztraminer, variedad originaria de Europa Central, de marcada personalidad floral y notas especiadas (del Alemán: Gewürz, especiada), se utiliza para elaborar tanto vinos blancos secos, en la región de Alsacia, Francia; como vinos dulces, debido a su capacidad de alcanzar altas concentraciones de azúcares.

En nuestro país la encontrará también en estas dos versiones: Rutini Gewürztraminer ($117), vino blanco seco, complejo y super original que lo enamorará desde el primer momento, y el Luigi Bosca Selección de Granos Nobles ($90), dulce y untuoso, exquisito, que limpia el paladar, resultando un excelente compañero de quesos, postres y platos grasos como el Foie Gras.

La Petit Manseng es tan exótica en nuestro país que sólo hay dos hectáreas plantadas en San Carlos, Valle de Uco. La Bodega Terrazas de los Andes vinifica con esas uvas una rareza que siempre despierta sonrisas. Afincado Petit Manseng, un vino dulce que responde muy bien a la características de una cepa que se presta a la sobremaduración, dando por resultado un vino elegante, que soporta perfectamente la fermentación en barricas y el posterior añejamiento en roble de doce meses, lo que lo torna complejo y sumamente seductor en copa.

Pero el premio mayor a la innovación y experimentación con cepas exóticas en nuestro país es sin duda para la bodega Familia Zuccardi. Desde hace varios años ya que el objetivo ha sido trazado con claridad.

Más de 35 variedades son cultivadas en los viñedos que posee la bodega en Santa Rosa. Algunas de ellas traídas especialmente de Francia, resultado del cruzamiento genético entre variedades como la Merlot y la Petit Verdot, que dio origen a la Arinarnoa, o el cruzamiento de la Malbec y la Grenache Negre, que creó la Caladoc.
Este tipo de práctica permite buscar que cada cepa aporte y potencie a la otra, dando por resultado una cepa capaz de soportar y adaptarse mejor a diferentes condiciones climáticas, por ejemplo.
Cada variedad es seguida de cerca en la bodega experimental, lo que les ha permitido detectar cepas que han reaccionado y se han adecuado a las características agroclimáticas de la región.

El resultado de este trabajo a futuro, que denota una mentalidad de avanzada, son los varietales de la línea Textual: Ancellotta, Arinarnoa, Caladoc y Marselan ($52) entre otros, que nos permiten empezar a conocer un poco más de cerca, en el paladar, variedades que llevan bien el alto el cartel de exóticas, pero que sabrán encontrar un lugar en los paladares cada vez más exigentes.

Santiago Mymicopulo
Miembro de la Asociación Argentina de Sommeliers
Propietario de Casa Coupage
http://www.casacoupage.com/

http://www.aasommeliers.com.ar/

Comentarios