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Oculto en una calle casi desconocida, Mamía llevó sus tortas a Palermo, bien cerca de su parque emblemático. Un lugar pequeño, goloso y honesto, para una pausa en el paseo de fin de semana o en el ajetreo diario de los días de trabajo.
El sol comienza a bañar la ciudad cada día desde más temprano, y se queda más tiempo en lo alto. Es la primavera, que invita a salir, a pasear, a disfrutar de la luz que vuelve a dar vida a la ciudad. Es un buen momento para ir y conocer lugares nuevos. Y en esta tónica, uno de los espacios más preciados para los días de calor son los bosques de Palermo, el enorme espacio que abre un surco verde en la jungla de cemento. Y bordeando los bosques, la Avenida del Libertador es uno de los paseos más lindos.
Un camino repleto de bares casi históricos: desde Perica y Donney hasta Tabac y Cero, todos copando su lugar y sacando mesas a la calle. Pero, para el que gusta de la tranquilidad, a veces resulta difícil encontrar lugares más pequeños y simples entre tantos nombres populares. Aunque difícil no es imposible: en el medio del corazón de la zona, hay uno y está en una calle que solo tiene dos cuadras: Pagano. Justo a espaldas del edificio del Automóvil Club Argentino, surge el local de Mamía, casi secreto pero con una gran historia por detrás.
La historia de Mamía es la de una mujer y su familia: en 1973 Liliana Lagomarsino de Guardo comenzó a dictar clases de cocina a familiares y amigos; ya en acción, encontró que la gente reconocía lo que hacía, y decidió abrir un local para vender su pastelería. El trabajo fue creciendo y su local también. Cuatro de sus hijas se sumaron al proyecto y hace casi dos años, por la demanda que tenían, abrieron un segundo local, el de la casi oculta calle Pagano. Este espacio abre desde temprano y ofrece desayunos, almuerzos y té.
Es íntegramente blanco, con una mesa común para los que van a almorzar solos y disfrutan de compartir un momento con desconocidos, y suman también algunas mesas separadas y otras en la vereda. A la vista están algunas de las tortas, platos, panes y pastelería que elaboran día a día, para tentarse desde la vidriera. Mucha gente se acerca para almorzar allí, aunque también funciona bien el delivery de comidas y de tortas.
Qué se puede comer
Pollo a la húngara con spaetzles ($40), lomo Strogonoff ($45), ñoquis rellenos con queso y espinaca ($35) o Chicken pie ($40), entre otros platos tradicionales. Para los que quieren algo más simple, hay terrinas de verdura ($35), empanadas ($6), tartas ($20), croquetas ($8) y sándwiches (entre $6 y $18). Igual, el plato fuerte siguen siendo las tortas, desde la Años Locos (bizcochuelo de chocolate, mousse de chocolate, crema chantilly y merengue italiano), la Domingo (bizcochuelo, frutillas, crema y dulce de leche), la torta Pagano (bizcochuelo de chocolate, mousse de chocolate, dulce de leche y crema) o el Chiffon de limón.
Más allá de pensar en los horarios clásicos de una comida, y sin preocuparse demasiado por el resto del día, un pedazo de una de esas tortas en la vereda, al sol, es un placer que merece vivirse. Y Mamía te ofrece su pequeño local, casi secreto, para hacerlo.
Mamía
Pagano 2784
Tel.: 4801-8077, www.mamiapagano.com.ar
Lunes a sábados de 9:30 a 21:30; domingos de 10 a 20:30
El local original está en Soldado de la Independencia 1177, tel.: 4773-8986, www.mamia.com.ar
POR Martín Auzmendi
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