Más bien está en la gama de los amarillos, llegando en algunos casos a los tonos ámbar o anaranjados. Y es que su color depende del tiempo de maceración en contacto con las pieles de las uvas. Por tanto, las uvas con las que se elaboran no tienen que ser necesariamente uvas blancas. El vino blanco es el único que se puede elaborar con cualquier tipo de uva: blancas, tintas o rosadas. Y es que dentro de los blancos están los ´Blanc de Noirs´, vinos blancos que están elaborados con uvas tintas.
Los vinos blancos son jóvenes
Si la variedad de uva lo permite, el vino blanco puede tener tanta presencia como un tinto. Por otra parte, pueden encontrarse muchos buenos blancos con crianza e incluso con reserva y más de diez años de envejecimiento en botella. Es decir, los vinos blancos pueden ser jóvenes, o bien crianza y con largos periodos de añejamiento, y en cualquier caso vinos de la misma calidad que el mejor tinto.
El vino blanco con pescado
Los blancos pueden ir perfectos con guisos potentes de ave o cerdo, sopas y platos que contengan carne. Blancos con una acidez marcada y fresca pueden acompañar casi cualquier preparación con cerdo, carnes grasas y salsas. Además, los vinos blancos van perfectos para servir acompañando platos especiados e incluso picantes. Recordemos que los maridajes no solo son por afinidad, también puede ser por contraste.
Los blancos no se sirven con queso
Con respecto al maridaje con quesos, siempre se ha pensado que los quesos sólo maridan con tintos, pero hay blancos que van perfectos con quesos tipo brie o muy tiernos, o incluso con ciertos quesos curados. Si los blancos además tienen burbujas, como un Cava o Champagne, entonces la armonía con el queso está garantizada.
Los blancos son todos iguales
Existe una enorme variedad de vinos blancos. Dentro de los blancos también hay muchas diferencias en función de la variedad de uva escogida para su elaboración. No es lo mismo un Verdejo, ahora tan de moda, que una Garnacha blanca, que tiene una estructura muy similar a los tintos, que un blanco dulce, un tostado del Ribeiro, un fino de Jerez, un Champagne, un Cava o un espumoso de Albariño, por poner solo algunos ejemplos. Hay muchos más.
El vino blanco se sirve frío
Ante la idea de que hay que tomarlos siempre fríos, determinados blancos muy jóvenes y con una elevada acidez pueden servirse fríos (5-7ºC), pero es sólo porque sus cualidades son limitadas. En cuanto un blanco gana temperatura, hasta un límite de unos 12º centígrados, asoman unas cualidades aromáticas que por debajo de los 8ºC pasan desapercibidas. Acompañando a determinados platos, los vinos blancos ganarán en maridaje si no están demasiado fríos.
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