APRENDER 6 claves para descubrir un vino con tan sólo un vistazo

¿Cómo se fabrican las barricas?



La construcción de una barrica paso a paso


El aporte de las barricas al vino durante su crianza es determinante a la hora de elaborar un vino de calidad, por ello la correcta construcción de la barrica es vital para que ésta cumpla su cometido.
El oficio del tonelero es todo un arte, explicarlo todo en detalle nos llevaría mucho tiempo, por eso aquí nos quedaremos con lo esencial, y para ello consultamos a los representantes de Tonnellerie Meyrieux España, grandes expertos en la materia, para saber cuáles son las técnicas principales a la hora de fabricar las barricas.
El primer paso es obtener las duelas o láminas estrechas y largas de madera que se ensamblarán para formar la típica forma de barrica.
Las duelas provienen de árboles, habitualmente de roble, que han alcanzado un cierto nivel de desarrollo y poseen un volumen y dureza suficientes pueden usarse para ello. Para la construcción de las barricas se usa la madera que proviene de la zona central del tronco (el corazón), que es más duradera, impermeable y rica en tanino. De este modo el rendimiento de un árbol para construir barricas puede ser bajo, algo que incrementa el coste de las mismas.
Una vez serradas y entalladas las duelas, se dejan secar, para después cortarlas a la exacta medida y moldearlas para que los ángulos sean rectos, el grueso sea idéntico y la forma adecuada (se vacían para curvarlas y se rascan los bordes para que sean algo más estrechos que el centro).
Y de nuevo se apilan al aire libre para secarlas durante varios meses, incluso años.
Después de este largo período se cuenta ya con las duelas adecuadas para proceder al difícil y delicado proceso de montaje de la cuba, que realiza el tonelero, maestro, artesano o especia-lista que desde siglos atrás lleva a cabo esta preciosa actividad tradicional.
El material que se necesita para montar una barrica son las duelas serradas en el sentido longitudinal de las fibras, para que sean estancas, los dos fondos y cuatro aros metálicos.
Para el ensamblaje de las duelas, éstas se colocan alrededor de un aro y encima de una pequeña estufa central, u horno, en el que se hace un fuego que servirá para mejorar la manipulación y al tiempo dará sabor a la madera. También se pueden hacer con vapor.
Durante este proceso, gracias a la elevada temperatura, se va dando la forma a la barrica aprisionando las partes inferior y superior con torniquetes metálicos que fuerzan las duelas calientes hasta doblarlas.
Las duelas suelen quemarse a unos 200ºC durante 25-30 minutos, tiempo que garantiza un ligero tostado que provoca la partición de la cadena de hidratos de carbono de la madera que libera los aromas característicos de la madera (vainilla, por ejemplo).
La experiencia ha demostrado que un tostado más o menos intenso provoca diferencias en la crianza de los vinos. Si la temperatura es mayor se marcan más los aromas tostados, ahumados, especiados, coco...
Una vez fría, se pule y rasca el interior de la barrica (para no dejarla con costras y quemaduras que darían mal sabor al vino) y se igualan exactamente los bordes para evitar descuadres o grietas que provocarían derramamientos o escapes.
Después se colocan los fondos, previamente construidos, y se ligan los aros definitivos que impedirán el posterior movimiento de las duelas.
Finalmente se abre la boca que servirá para llenar y vaciar la bota, y se prueba llenándola con agua hirviendo para comprobar si es estanca, lo que a la vez permite eliminar restos de impurezas que todavía pudiera tener.
Si la barrica falla en algún aspecto esencial podría no sólo no beneficiar al vino aportándole sus caracteres, sino incluso provocar graves daños y pérdidas a la bodega.
OJO DE BUEN CUBERO
Aunque actualmente muchos procesos se realizan con tecnología avanzada que ofrece precisión y mayores garantías de calidad, en el pasado el maestro tonelero era un artesano o especialista que desde siglos llevaba a cabo esta actividad tradicional.
Tal era así, que el oficio del tonelero tiene una noble tradición, labrada por los maestros que conseguían trabajar la complicada madera hasta conseguir unas barricas uniformes y regulares, de una manera tan precisa pese a que no disponían de grandes herramientas, que hasta nuestros tiempos, cuando en alguna situación se ha de hacer algo de manera precisa pero basándose únicamente en la intuición se hará a "ojo de buen cubero".

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