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Los suelos, la variedad de uva utilizada, la mano del hombre que cuida la tierra y el clima, entre otros factores, determinan el tipo de vino obtenido
Cada vino tiene un estilo, una silueta y un perfil que están determinados por una serie de factores, a saber: los suelos donde crece la viña; el clima, con todos los factores que lo integran y condicionan; la variedad de uva utilizada; y la mano del hombre que cuida la tierra, conduce el viñedo, elabora y cría el vino y lo pone en el mercado. Por ello, la combinación de todos esos factores diferentes da lugar a tipos de vino diferentes.
En el vino influye el suelo en cuanto a su situación, constitución, color, calor y profundidad. Así, la situación del suelo es importante en cuanto al tipo de producto final. La vid, de hecho, prefiere las colinas a las llanuras, ya que éstas últimas tienen mayor riesgo de heladas.
Es más beneficioso el suelo en pendiente, ya que la aireación y el soleado son mejores. Además, también se sabe que cuando se sube 100 metros, la temperatura baja un grado centígrado, lo que retrasa la maduración aproximadamente cuatro días.
La constitución y composición de un suelo son los parámetros que más influyen en las características del vino. En el cuadro siguiente podemos ver reflejado el tipo de calidad del vino en estrecha relación con el suelo.
TIPO DE SUELO | CALIDAD DEL VINO |
Arcillas férricas | Vinos alcohólicos y de mucho color |
Arcilla caliza | Vinos finos, no muy alcohólicos pero con buen aroma |
Arenas | Vinos brillantes, ligeros y alcohólicos |
Arena caliza | Vinos secos, aromáticos y alcohólicos |
Caliza | Vinos con cuerpo, alcohólicos y de guarda |
Arcillas arenosas | Vinos poco finos pero muy brillantes |
Suelos fértiles | Vinos poco finos y de mala conservación |
Suelos húmedos | Vinos pocos finos |
En cuanto al color y calor del suelo, por lo general a suelos blancos, variedades de vinos blancos, y a suelos rojos, variedades que dan buenos vinos tintos.
Las condiciones climáticas también influyen poderosamente en el tipo de vino a producir. Por un lado la vid exige climas luminosos porque su flor sufre de clorosis si está a oscuras. En caso de continuas nieblas u oscuridad durante la floración, la flor no grana. Por el contrario, un racimo expuesto continuamente a la luz pierde sus ácidos y se enriquece de azúcares; es por lo que en zonas con climas calurosos sólo se obtienen vinos de licor.
Respecto a la humedad, se considera que a la vid le gusta una higrometría entre el 70 y el 40%. La lluvia es importante en la época de maduración; sin embargo, las lluvias periódicas obstaculizan el cultivo de la vid.
Para completar este espectro, la combinación de factores como el viento, los ríos o los bosques, también influyen en el tipo y características del vino. Éstas son las razones por las que hay muchos vinos y de distintas calidades.
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