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A la Bonarda le pasó lo que a Jorge Bucay: venía creciendo en el mercado, ganando cada vez más espacio de prensa y empezando a estar en la boca de todos cuando se descubrió que era un engaño, que en verdad no era lo que se decía. En el caso de Bucay, plagió más de 80 páginas de un libro y así entró en el cono de sombras de la vergüenza pública. La Bonarda fue desenmascarada hace no mucho tiempo, cuando los estudios de ADN dictaminaron que, en realidad, se trata de otra cepa, llamada Corbeau.
La Bonarda es, en la Argentina, la segunda variedad más producida entre las cepas tintas (medida en hectáreas, unas 18.000), justo detrás del Malbec. Las dudas sobre su identidad no eran nuevas. Los especialistas en ampelografía -la rama de la botánica que estudia las similitudes morfológicas de las plantas para determinar la variedad- nunca estuvieron seguros sobre qué uva era en realidad: mientras que en el norte de Italia hay un grupo de variedades conocidas como Bonarda Piamontesa, la Bonarda que se cultivaba aquí no se les parece y eso mantenía en vilo a los investigadores.
A fines de la década de 1990 en California se dio un caso similar, precisamente entre una uva que era conocida como Charbono, a la que se solía confundir con la Bonarda Piamontesa. Un estudio comparativo de ADN determinó que, en realidad, se trataba de Corbeau. Amparados en esa investigación, un equipo del INTA lo replicó en la Argentina con material genético de plantas provenientes de San Juan y Mendoza, y establecieron con precisión que, sí, la Bonarda era en realidad Corbeau.
CORBEAU VS BONARDA
El equívoco se explica si se rastrea la zona de donde es originaria la cepa Corbeau: Saboya, una región alpina que linda con Italia. Allí, la Corbeau es una uva muy cultivada. La cercanía geográfica en un área donde los límites de usos idiomáticos no están bien establecidos habría sido el puntapié inicial de toda la confusión.
En los Alpes existen una serie de sinónimos para la uva Corbeau, que se llama Douce Noire en el lado francés y, traducido al italiano, sería Dolce Nero, sinónimo piamontés de otra uva llamada Dolcetto. De aquí se deduce que, incluso para los piamonteses, pudo existir una mezcla en el uso que luego dio la vuelta al mundo de la mano de las corrientes inmigratorias italianas.
BUENAS Y MALAS BONARDAS
Que ocupe el segundo lugar en superficie cultivada en variedades tintas es todo un dato: la Bonarda se usa en nuestro mercado como uva de estiramiento. Nos explicamos: por su condición productiva -puede dar entre 25 y 30 mil kilos por hectárea- se la emplea para generar volumen de vino de moderada calidad, que luego se corta con otros varietales para conseguir tintos buenos y baratos. De ahí que en los últimos años mucho del Malbec que se ha comercializado ha sido en su mayoría Bonarda, como es vox pópuli en el mercado. Y los Bonardas varietales de bajo precio, por su parte, suelen ser el desecho de esos que no pudieron disfrazarse de Malbec, por lo que acostumbran a ser tintos más bien pobres.
Cuando se la trata como una uva premium, como sucede en cambio con el ya clásico Bonarda Edición Limitada de Nieto Senetiner, la cosa cambia para bien. Y da un tinto aromáticamente distintivo -frutado y con notas de alcanfor y flores- de cuerpo medio a gran cuerpo y con una cierta ligereza gustativa que lo convierte en un vino de paladar amigable. Las diez etiquetas que recomendamos a continuación son las que están en esta línea y conviene probar, si lo que te proponés es descubrir este varietal.
Vía Blanca 2011 ($25)
Uno de los más recientes lanzamientos, elaborado por Eno Rolland para Bodega Iaccarini en San Rafael, Mendoza, propone un perfil cosmopolita para el varietal: tinto fragante, de agradable expresión, frutal y refrescante a su paso por el paladar. Por ahora se consigue en vinotecas. Es una excelente opción en relación calidad-precio.
Valbona 2008 ($27)
La bodega sanjuanina Augusto Pulenta tiene uno de los más personales Bonarda del mercado. Ya desde el color es un tinto que se presenta ligero, con exóticos aromas frutales y sobre todo vegetales, que coronan una boca gustosa y de paso fácil. El típico vino que consigue fans en la misma medida en que gana rechazos. Eso sí, es gauchito en la mesa, cuánto mejor con pastas rellenas un domingo al mediodía.
Colección Privada 2010 ($38)
Navarro Correas nunca fue conocida por su Bonarda, pero debería. Es que entre la cosecha 2009 y la 2010 despuntaron dos impecables ejemplares de este tinto con rica aromática frutal, como antesala de un paladar suave y a la vez voluminoso y cargado. Acompañalo con una carne estofada -no olvides usar laurel- y tendrás un combo de sabor verdaderamente atractivo.
Finca La Linda 2010 ($48)
Finca La Linda es la línea más novedosa de la bodega Luigi Bosca. Varietal al 100 por ciento, se trata del típico vino de aromática frutal y floral, en el que la madera de roble ocupa un lugar de relevancia, sin eclipsarlos. Al paladar es estructurado, con buena frescura y paso algo apretado. Bueno para acompañar un rico asado, su potencia le pondrá buen brillo al sabor de la carne.
Zolo 2009 ($47)
De Bodega Tapiz, es un lindo ejemplar de Bonarda, elaborado con uvas de Ugarteche, Luján de Cuyo. Es un tinto violeta oscuro, con una agradable y compleja expresión aromática, en la que destacan los trazos florales y herbales. De boca jugosa, potente y refrescante, resulta un ejemplar de buen cuerpo, ideal para llevar a la mesa. Al mercado acaba de llegar su cosecha 2010, que va en la misma línea de buen compañero para la comida.
Durigutti Clásico 2009 ($55)
Héctor Durigutti y su hermano Pablo son dos de los enólogos que más proyección le dieron a la Bonarda. Un poco porque son nacidos y criados en el Este mendocino, donde hay mucha, y otro poco porque aprendieron a trabajarla en un sentido más cosmopolita. Y así obtienen en su bodega este ejemplar frutado, envolvente y de rica boca, tan fácil de comprender como de disfrutar. Un tinto perfecto para acompañar un buen guiso este invierno.
Colonia Las Liebres 2009 ($58) (En VINOSDELPLATA.COM A $49.00)
Alberto Antonini, el crack de la enología italiana, es uno de los que le puso fichas fuertes a la Bonarda desde su arribo a la Argentina, a fines de la década del 90. Su criatura especial es este vino que elabora en Altos Las Hormigas y que marcó la pauta de cómo debía ser el varietal cuando llegó al mercado, con su cosecha 2003.
Las Perdices Reserva 2009 ($70)
Es la segunda cosecha de un tinto que supo cautivar a los consumidores con intensidad y potencia. Este año repite la ecuación de high impact, aunque con matices más refinados. Por ejemplo, en sus diversas capas aromáticas, donde destacan las frutas confitadas y la madera ahumada. Mientras que al paladar se presenta jugoso y estructurado, se propone como uno de los ejemplares de más alto impacto.
Zuccardi Serie A 2009 ($70)
La bodega de Fray Luis Beltrán, Maipú, viene trabajando en su alta gama la Bonarda como no la propuso antes en otras líneas de bajo precio. Es decir, con calidad y aspiraciones de gran vino. En este caso se trata de un tinto importante, con un abundante caudal aromático -que va de las frutas a la madera, como nota dominante- y que se despliega luego con buen sabor una vez que llega al paladar. Brioso, la principal marca estilística son sus taninos vigentes. Buen vino para acompañar carnes.
El Enemigo 2009 ($170)
Tiene un solo problema: el precio, lo suficientemente elevado como para que no te tiente. Pero debería. Este tinto elaborado por el enólogo Alejandro Vigil es un fuera de serie en el mundo de las Bonardas ya que apunta a la complejidad como único tutor por el que trepan los aromas del vino -florales, frutales y con trazos de una buena crianza en barricas-, sostenidos en el paladar por una acidez vibrante, que le da textura a los sabores y estira el final largamente. Rico y sorprendente.
Nieto Senetiner Limited Edition 2008 ($220)
Es la reina de la Bonarda, que definió la alta gama para el varietal y que, si se tiene la oportunidad de beberlo añejado -hace poco tomamos la 2002-, demostrará cómo el tiempo revela su carácter exquisito. La cosecha 2008, a la venta actualmente, aún está joven por lo que recomendamos dejarla crecer unos dos años, para que el tinto sea pura complejidad aromática, con pinceladas de alcanfor y frutas rojas, y alcance el paso envolvente y jugoso que le hace buena justicia. Conviene comprar y atesorar alguna botella.
SUGERENCIAS PARA LA MESA HOGAREÑA
Por su condición frutada y aromática, por su buena textura y carácter dócil, las Bonardas en general son vinos que maridan bien con una amplia gama de platos: desde las carnes a las pastas, pasando por las pizzas e incluso algunos pescados, según sea el preparado. Para nosotros, la gastronomía hogareña de invierno, que va del guiso de lentejas a las carnes al horno, es la indicada para disfrutarlos, sin dejar de lado una buena picada, claro. Sugerencias: comprá un queso provoleta y preparalo con aceite de oliva, orégano y ají al horno; después seguí con una colita de cuadril mechada con chimichurri y cocida con un chorro de Bonarda en la asadera; cerrá con una buena porción de queso y dulce para terminar el vino. Vas a tener una cena completa y sabrosa a tono con un buen Bonarda.
Por Joaquín Hidalgo
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