ARGENTINA 5 lugares para disfrutar gastronomía de cocineras argentinas

Bueno, rico, barato, nacional y popular

 
Sí, hay una gastronomía peronista. Buenos Aires tiene reductos de comida Nac&Pop de verdad. Hoy, los elegidos del Guerrillero para darle de comer bien al alma, a buenos precios. Después, una siesta en la plaza más cercana.
Clásico porteño nacional y popular: flan con dulce de leche (¿y crema?)

Desde el momento en el que decidí que iba a escribir sobre esto, ya me había arrepentido. Si por haber dicho que no me gustaba tanto la pizza del Güerrín, casi, casi me mandan sicarios para ajusticiarme, no sé qué pasará después de hablar del movimiento gastronómico nacional y popular.

Hasta hace unos años el peronismo era una corriente solamente política. A nadie se le ocurría utilizar al peronismo como definición de una gastronomía, películas para el cine, o cualquier tipo de producto. El peronismo era peronismo.

Hoy en día el movimiento Nacional y Popular es como el “Palermo” de los barrios, que invade cuanta cosa pueda ser tocada por esta definición. Como tener un bolichito mugroso en Palermo garpa, todo se llama Palermo. Lo mismo con el Nac&Pop, hoy todo pasa por Perón. Antes te comías un choripán en los carritos de la Costanera, hoy estás disfrutando de una comida peronista a la vera del Río de La Plata, libres del virreinato cipayo. El movimiento le cambió el nombre a algo que ya tenía su rótulo.

Imaginate esta situación: Día domingo, cerca de las 12 horas, una madre llama al hijo de unos 25 años, ponele.

Madre: ¡Al fin te despertaste! ¿Querés venir a comer unos ñoquis?
Hijo: Almuerzo peronista, seguro. El general estaría orgulloso.
Madre: Sí, claro. Bueno, traete un cuarto de pan.
Hijo: No voy a darle de comer al campo oligarca que abusa de sus privilegios sin pagar impuestos.
Madre: Dejate de joder o no vas a comer budín, ¿te quedó clarito?
Hijo: Sí, mamá.

La realidad es que “el peronismo” es una gran teta de la que todos quieren tomarse un cortado. Y no me parece para nada mal, siempre y cuando no sea utilizado para venderte humo. Ya cuando, en pos de lo nacional y popular, te intentan vender cualquier cosa se desvirtúa para transformarse en otra forma de quitarte guita.

Eso pasó con varios de los restaurantes peronistas, donde por ejemplo no te vendían un arrollado, sino que te vendían un roll, a precios muy lejos de ser populares. De esa forma usaban el nombre del General Juan Domingo Perón y sus variantes para cobrarte un producto berreta a un precio asesino. Si billetera mata galán, restaurante falso-peronista mata billetera.

Por suerte todavía hay varios reductos que, llevando o no el nombre de la corriente política, siguen siendo mis elegidos a la hora de alimentar el alma a precios adecuados.


MI LISTADO


PERÓN PERÓN
Un día Gonzalo Alderete decidió tomar las riendas del restaurante Perón Perón y así transformarlo en un verdadero emporio de la militancia de pseudo-izquierda.
Seguramente mi viejo (que era radical) me odie por estar alentando a un restaurante peronista, pero tengo que ser sincero, más allá de mi interés político: acá no se trata de cambiar al país, se trata de alimentarlo bien, rico y barato. El único restó peronista de nombre al que voy a comer seguido.
La carta no tiene ninguno de esos nombres palermitanos como el centrifugado de tubérculos de la huerta de la nonna emulsionado con lácteos prensados al penicillum para describirnos una sopa de papas con queso roquefort. Los nombres de los platos están en castellano-argentino sin mucha vuelta.

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Dado que este cocinero es salteño van a notar que las empanadas de carne tienen papa, y que en todos los guisos predomina el sabor extremo de cada uno de los ingredientes. Esto pasa porque el tipo cocina como aprendió desde hace mucho tiempo, con amor por su tierra. Y ahí es donde está el verdadero peronismo, el amor por su país trasladado a los platos. Las empanadas de ossobuco son una gloria, recomiendo arrancar con una, y seguir con un plato.
Entraña (jugosa, como debe ser), pastel de papas (con ossobuco guisado, un orgasmo), locro (en temporada, para chuparse los dedos), guiso de lentejas (con todo lo que le ponían en tu casa), cazuela de pollo (una de las opciones más sanas a la hora de evitar que te reviente el hígado). Platos peronistas que, a razón de $100 por cabeza incluida la bebida y la dosis indicada de diabetes para el postre, hacen de éste uno de los restaurantes palermitanos dignos de cualquiera de nosotros, los fieles a la gastronomía, y a nuestro bolsillo.



PARRILLA EL TANO
Avellaneda, más allá la inundación, zona por definición Nacional y Popular hasta la médula, y La Parrilla de El Tano, un comedor industrial digno de provocarte un infarto masivo de miocardio por la cantidad ilimitada de comida que se te ofrece para que te alimentes, como si fueras un oso que tiene que afrontar seis meses de frío en Groenlandia.
Pero no, no somos osos, no vivimos en el Ártico, pero sí tenemos ganas de comer hasta que nos crezca un nuevo estómago. Y para eso está esta parrilla.
Si bien muchos de ustedes me saltarán a la nuca al grito de “morite, infeliz, que no sabés nada”, les paso a explicar el porqué de mi elección.
Sé que hay muchas otras parrillas que ofrecerán grandes cortes, mejor limpieza del lugar, espacios más cómodos, pero para nada serían elecciones peronistas a la hora de comer. El peronismo es peronismo con lo bueno y con todo lo malo que trae en su conjunto. Precios bajos hay en todos lados, pero el bullicio, el ruido, el amontonamiento de gente, el olor a comida que te queda en la ropa, y la cercanía con gente que no tiene ningún tipo de interés en saber qué nueva teoría descubrió Sheldon Cooper en The Big Bang Theory, ni tampoco saber cuál es la diferencia entre el dólar oficial, el dólar blue, y el dolor de cintura.
Si nunca fuiste a comer a esta parrilla es porque te queda lejos la zona sur o nadie te dijo que te aceptan por más nariz frunci que tengas. Para Gastón, el dueño de la parrilla se debería postular para intendente. ¿Algo más popular que un intendente dueño de una parrilla?



EL NUEVO RAYO
Suena Troilo y Manzi escribe: “Barrio de tango, luna y misterio, desde el recuerdo, te vuelvo a ver”. No existía el peronismo y ya el tango nos marcaba como depresivos, violentos, tristes, melancólicos, borrachines y amantes del buen vivir. Un barrio como Boedo, donde surge este pequeñito (porque es tan chico que pequeño le queda grande) barcito con mesas para comer los mejores fideos con tuco, las napolitanas más grandes, jugosas y asquerosamente llenas de ingredientes que todo militante del modelo Nac&Pop merece degustar.

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Un par de estatuas vivientes, jubilados y pensionados que utilizan el sueldo que les brinda el Estado para empinar el vaso de Torito y meterle tenedor y diente postizo a los platos que ya forman parte del Wikipedia Gourmet de todos los argentinos. Si podés, andate hasta ahí a almorzar un sábado, y me vas a dar la razón. Comida que pide siesta en la plaza más cercana.


EL BODEGÓN DE VILLA LURO
Villa Luro se caracteriza por nada. Exactamente por eso, porque no hay nada interesante para remarcar en un barrio que hasta carece de grandes edificios (salvo un par sobre la Avenida Rivadavia). Pero lo bueno de un barrio así es su costumbre casera, íntima, muy parecida a pueblo.
El bodegón queda en una esquina; apenas te das cuenta de que es éste el que te nombro porque te anotaste la dirección: nada de publicidades, nada de colores ni luces locas. Es una esquina de barrio que sirve todos los platos que nos gusta comer: los abundantes y baratos.
Los mozos, que entre todos rondarán la edad del período cretácico, escriben la cuenta en un papelito, como para no perder la costumbre de cuando hacían sus apuestas en el ProDE de la sociedad de fomento.

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El lugar parece muy popular porque está lleno de gente, pero en realidad van todos los del barrio, que ya se conocen como si fuese un country, pero popular. Más bien es una cantina de principio de siglo a la que le faltan los caballos y los arrieros. Se come excelente. El General le levanta el pulgar.




ANGELITO
Del tamaño de un baño de monoambiente a estrenar, a media cuadra de Scalabrini Ortiz, en pleno Palermoishe (Villa Crespo), está este bolichito barato, detenido en el tiempo, que sirve todo lo que te tiene que servir para sentirte un porteño de pura cepa.
La fugazzetta en su fuente metálica quemada desde el segundo mandato del general Perón es muy rica. La milanesa cobra el nombre de milanga, porque de otra forma no la podríamos llamar: grande, hecha a lo bestia, simple y básica, carne, pan rallado con huevo, y mucho aceite.

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Comas lo que comas te va a salir barato. Si no preguntale a Pato que laburaba en un banco y casi-casi pasaba las navidades entre porciones de frita y ensalada rusa junto con los mozos del boliche.
Podés ver la lista de precios en la marquesina, o en la carta básica. Te sentás y en tu mesa de fórmica te sirven el sifón de soda celeste o naranja sobre un mantel de papel cartón.

Tengo mis dudas de que el cocinero todavía siga pensando que el presidente es Carlos Menem y que no haya salido de su puesto de trabajo desde 1997. Barato y nacional como pocos. 



SANTITO’S
A la vera del acceso oeste, ahí nomás de la bajada para ir al Coto de Ciudadela, está el bodegón Santito’s. El lugar está siempre atestado de gente los mediodías de lunes a sábados. Tiene una linda renovación de mesas, lo cual hace que, a lo sumo, tengas que esperar unos 15 o 20 minutos.
Punto para los mozos, que son 3 y atienden como si fuesen 25 pibes en rollers. Corren y traen y sirven y limpian y sirven y todo a las corridas, pero el sistema funciona.
En la cocina tenés a toda la familia en la elaboración de los platos típicos que cualquier estereotipo argento cocinaría en su casa. La comida es sabrosa, sana, rica, y el precio final es excelente. Es como comer en tu casa, pero sin lavar los platos al final del día. Un reducto para visitar, si es que no lo conocés todavía.


LOS TALAS DEL ENTRERRIANO
En José León Suárez ganó el peronismo los últimos 60 años, límite entre la zona oeste y la zona norte donde luchan entre ambos bandos por quién se adjudica la patria potestad de esta semejante parrilla, similar a los comederos de gallinas ponedoras.
Para comer acá tenés que llegar temprano, algo que va un poco en contra del sindicalista que se toma el domingo como día de descanso obligatorio, el mismo que veranea una quincena en Mar del Plata o Santa Teresita desde que tiene uso de razón.
El gran salón alberga suficientes personas como unos 3 o 4 colectivos Mercedes Benz 11-14 naranja, de los escolares, con bombos, banderas, y puño contra el pecho, dedito en V.
La parrilla es una especie de matarife on-line de carnes y achuras. Siempre tuve la duda y me gustaría hablar con alguien para que me confirme cuántas toneladas de carne cocinan un fin de semana. Yo creo que si se les cruza un caballo dentro de las 2 cuadras a la redonda, te lo porcionan antes del primer recambio de comensales.
Abundancia, triglicéridos, saturación de arterias con grasa similar a pastina para cerámicos, y cuanta molécula que te pueda hacer daño, disponible para el plato del suicida culinario, que gusta morirse como un verdadero peronista greco-romano. Le faltan las orgías, y cartón lleno, papá.



El guerrillero culinario
El Guerrillero Culinario
Cocinero, cronista culinario, sibarita, bon vivant, bebedor, fundamentalista de la milanesa. Un tipo común y corriente. FoodStar se nace.
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