La poda de la vid

 La poda de la vid es la práctica que realizada el viticultor para reducir la parte vegetativa de la vid con el objetivo de limitar su crecimiento natural y de mejorar el rendimiento y la calidad de las uvas

El proceso de la poda debe ser realizado en los momentos precisos. En pleno invierno la planta está en letargo y reposo vegetativo, y será el momento oportuno para esta labor

La vid es una planta con un ciclo característico en zonas templadas que se inicia con el desborre a principios de la primavera para concluir con la caída de la hoja en el otoño.
Es importante reseñar que aún respetando el natural ciclo biológico de la planta, toda vid cultivada siempre tiene que ser perfeccionada en su evolución por la mano del hombre, de ahí una serie de prácticas de campo entre las que se incluye la de la poda.
La vid es una planta arbórea, trepadora, de crecimiento ilimitado, por lo que hay que controlarla. Es aquí donde se hace necesaria la técnica de la poda para poder dar forma al viñedo y a la vez favorecer un correcto desarrollo de la vegetación en general y del fruto en particular.
Además de la poda de invierno o principal, se hacen varias podas a lo largo de todo el año, como por ejemplo la poda en verde primaveral. La poda es una de las operaciones más importantes para la obtención posterior de unas uvas sanas, maduras, y sobre todo de calidad, para hacer buen vino.
En su estado natural la vid es una liana trepadora cuyas ramas, llamados sarmientos, pueden alcanzar hasta 30 metros de longitud. Sólo prósperan las yemas situadas en los extremos porque reciben más savia, y las yemas situadas más cerca del tronco no brotan.
La producción de frutos no guarda proporción con el desarrollo frondoso de la vid. Si bien produce numerosos racimos, las uvas tienen un tamaño reducido y maduran dificilmente por lo que su calidad es muy deficiente.
El objetivo de la poda consiste en reducir el número y la longitud de los sarmientos para que la vid produzca menos racimos, pero de más grosor y más calidad. La poda alarga la vida de la vid y asegura la cosecha de un año para otro. Permite también adaptar el tamaño de la planta al espacio donde se cultiva para facilitar las tareas del viticultor.
Poda de formación
Cuando la vid es joven y acaba de ser plantada, las primeras podas determinan la forma y el tipo de crecimiento de la planta. Éstos varían según el clima de la región y el tipo de cepa o variedad.
Existen distintos tipos de podas de formación dependiendo del sistema de conducción o emparrado elegido. Este tipo de poda se suele realizar durante los tres o cuatro primeros años, y siempre en invierno y en primavera.
Podas de fructificación
Cuando la vid ha adquirido su forma definitiva, las podas de fructificación sirven para mantener la forma de la vid y controlar su crecimiento.
La selección y reducción de los sarmientos y de las yemas que brotan cada año permitirá que los racimos de uvas se beneficien de una mayor insolación y de una mejor ventilación. Así aumentarán su rendimiento, su calidad y su resistencia a las plagas.
Poda de invierno o poda en seco
Se realiza cada invierno, después de la caída de las hojas y antes de que vuelvan a salir los nuevos brotes, cuando la planta se encuentra en estado vegetativo o dormante y que ha bajado la circulación de la savia.
Sirve para eliminar los sarmientos de la temporada anterior y recortar las maderas de dos años y más, y favorece la regeneración de la planta.
No se debe podar con temperaturas demasiado bajas debido a que las heladas vuelven la madera quebradiza y ésta se puede astillar con los cortes. Además, con temperaturas bajo cero la madera tarda más en cicatrizar y corre más riesgos de sufrir enfermedades como la yesca y la eutipiosis.
Poda en verde
Complementa la poda de invierno y se realiza sólo si han crecido demasiado los brotes, para rebajar el rendimiento de la planta y obtener así una mejor calidad de las uvas.
Se realiza al final de la primavera, una vez que la vid ha brotado. Se eliminan las yemas, los pámpanos o sarmientos verdes jóvenes, las hojas sobrantes para descargar la planta, y se eliminan también los brotes mal ubicados que serán poco fértiles -situados por ejemplo demasiado cerca del suelo o a los que no llega bien la luz solar.

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