El sentido de la vista para valorar un vino.

La vista constituye el primer contacto con el vino. Con la simple acción de mirar el vino, se obtiene una idea de cómo serán las fases siguientes. Esta fase no tiene valor absoluto, aunque generalmente dará poco margen a sorpresas futuras.


El aspecto visual nos ayudará a determinar el cuerpo, la edad y el estado en el que se encuentra el vino y esta información nos la darán factores como la limpidez, el color, la tonalidad, la lágrima etc.
El examen visual se realiza tomando la copa por la base, para no calentar el vino ni ensuciar el cuerpo de la copa. Se mira sobre un fondo blanco para poder percibir mejor el color, inclinando la copa para poder apreciarlo mejor.

Las sensaciones visuales engloban, fundamentalmente, los siguientes términos:

Limpidez o transparencia:
Mide la presencia de partículas en suspensión en un vino. La turbidez, que es muchas veces consecuencia de una mala elaboración, sin embargo no hay que confundir estas partículas que se observan al evaluar la limpidez con los posos. Los posos son sedimentos que suelen aparecer en los vinos viejos y, por lo tanto, en muchos casos son indicativos de edad, es decir, los depósitos sedimentados en la botella son fruto natural de su largo envejecimiento.
Como muestra la Figura 3 de más abajo, se eleva la copa y se mira al trasluz, el vino ha de mostrarse transparente, cristalino y sin partículas flotando.

Brillantez:
Es la capacidad que presenta el vino para reflejar la luz. Se observa dicha cualidad en los vinos blancos y rosados. La brillantez del vino es un indicativo sobre todo de la edad y salud del mismo. En principio, los vinos jóvenes son brillantes y con el paso del tiempo van dejando de serlo. También, nos puede dar una idea del tiempo que lleva ese vino "abierto", es decir, si abrimos una botella de vino joven y tomamos una copa vemos esa brillantez; al cabo de unas cuantas horas, si tomamos otra copa, podemos observar que la brillantez inicial se ha ido apagando. La Figura 4 de más abajo representa la forma de efectuar su observación.

Color:
La apreciación del color proporciona la información sobre el cuerpo, la edad y el estado del vino, poniendo especial atención en dos aspectos fundamentalmente:

a.- La intensidad del color (cantidad de color) da idea del cuerpo del vino. Esta apreciación se realiza solamente en vinos tintos, inclinando la copa hacia nosotros y observando su parte central (ver más abajo Fig. 5). Si al colocar el dedo índice debajo de la copa, hay dificultad de observar la forma del dedo, entonces el vino tiene capa alta y, en caso contrario, (si la forma del dedo se apreciaría claramente) el vino es de capa baja.
Un color fuerte y concentrado nos indica un vino recio, rico en sustancias tánicas. Un color débil y abierto denota un vino más ligero y corto en boca

b.- El Matiz indica el grado de evolución de un vino, es decir, su edad. Se observa en la parte superior del vino que corona con el cristal, denominado “disco”, “menisco” o “ribete” (ver más abajo figura). Con la edad, los vinos tintos se aclaran o tienden a un color anaranjado o teja y los blancos tienden a oscurecerse.

Fluidez o viscosidad:
La fluidez hace referencia a la viscosidad o untuosidad. Cuando la copa hace un movimiento rotativo, al hacer girar circularmente la mano que la sostiene, se forma un goteo adosado a la pared de la misma. Se dice que el vino llora. Estas gotas descienden en columnas irregulares y se llaman lágrimas, piernas, cachas o muslos del vino. Ello es debido a la tensión superficial entre el vino y el cristal, relacionado con la concentración de alcohol y extracto seco (glicerol y azúcares en el vino).
Cuando un vino manifieste un lloro deficiente, se aplica el término de acuoso, líquido o fluido. En caso contrario, untuoso, graso o glicérico.

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