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¿Por qué el vino se toma en copa?

Es una de esas preguntas que de seguro te has hecho alguna vez. El vino, como una de las bebidas alcohólicas más universales que se producen y se beben en todo el mundo, se toma por norma general en copa.

Y, de un extremo del planeta al otro, siempre se servirá así. Pero ¿por qué el vino se bebe en copa? Si quieres sacarte esta duda, continúa leyendo y lo comprenderás.
Sobre este tema de beber el vino en copa hay muchos estudios y teorías y algunos de ellos datan de principios del Siglo XX. La copa es el recipiente preferido para tomar el vino y lo es porque nos permite apreciar mejor sus cualidades.

¿Cómo es esto posible? La copa en sí misma, por ser de cristal no cambia el sabor del vino, pero sí que puede producir alteraciones en la percepción que tenemos de éste.
Así desde, Oxford Companion, se asegura que aunque se trata de algo específico para puristas del mundo del vino y que, en realidad no debería preocupar al bebedor ocasional, sería interesante reservar la copa adecuada para nuestro vino favorito.
Características de la copa de vino


La copa de vino clásica, más grande para el vino tinto y más pequeña para el vino blanco, está pensada para que cuando nos acerquemos al vaso nos encontremos con nuestra nariz apreciando aún antes del primer sorbo las cualidades del vino. Los productores saben que para poder saborear bien un vino, el olfato tiene que participar en la tarea.

La copa nos obliga a hacerlo, aún pese a no ser expertos en la materia. De hecho, por ejemplo la copa de 380 ml ha sido diseñada para que el vino caiga directamente sobre nuestra lengua, apreciando toda la intensidad de éste y evitando que llegue a los lados de la boca, donde se encuentran las papilas que detectan lo ácido. Por eso es perfecta para los vinos tintos.

Los más expertos en la materia, sobre todo los relacionados con el mundo del champagne aseguran que el sabor del vino que vas a apreciar en tu boca es como la copa que tienes delante. Cuanto mayor sea su tamaño, mayor será el sabor que sientas en el paladar.

Y si te sentís perdido y no estás seguro de qué copa usar, aplica la teoría de Raymond Postgate que se publicó en los años 50: “lo mejor para servir el vino es una copa de cristal traslúcido, con forma de tulipán y cuyos bordes sean lisos”. Así de sencillo.
Fuente: elgrancatador.com

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