Alejandro Vigil: “No es necesario tomar vinos caros”

El enólogo principal de la bodega Catena Zapata es uno de los más influyentes del mundo del vino. Es el preferido de numerosas personalidades y famosos que lo elijen para desarrollar sus proyectos enológicos. Sus creaciones alcanzan altos puntajes a nivel internacional.
Alejandro Vigil es uno de los grandes valores que posee actualmente la industria del vino. A sus 41 años ha logrado establecer un sello en todo lo que hace y tener reconocimiento internacional por su incansable y tenaz búsqueda de terroir para lograr la identidad de los vinos argentinos.
Con una personalidad sencilla y un carácter pacífico, Vigil adopta sus logros como parte de un crecimiento, para poder disfrutar lo más importante de su vida: la familia.
En una charla distendida y amena, el enólogo e ingeniero agrónomo habló de diversos temas vinculados al mundo del vino.

-Hoy la realidad de la industria vitivinícola es muy complicada. ¿Cuál es tu visión?
-La actividad no está bien, estamos pasando por una etapa de crisis muy profunda, no hicimos bien los deberes desde hace 20 años. No logramos realizar bien las reconversiones y ahora nos encontramos en esta situación.

-Frente a esta realidad económica. ¿Hay una tendencia a la concentración de mercado?
-Ningún tipo de concentración es buena para ningún tipo de actividad, sobre todo cuando pensamos en el consumidor. Es importante trabajar para que eso no suceda. También es cierto que las bodegas pequeñas y medianas que están haciendo bien las cosas, le va muy bien; con objetivos e ideas claras en el mercado de vinos. Este mercado no es fácil, es muy complejo, donde se presentan muchas variables y donde hay muchísimos competidores. Por otro lado, hay bodegas pequeñas, medianas y grandes que no entienden este mercado y les va muy mal. Si no se toman las precauciones y se ponemos las vacunas a tiempo, vamos a pagar las consecuencias.

-¿Que se hizo mal en la reconversión vitivinícola para llegar a esta situación?
-Hoy la producción de uva en el país es una de las más bajas a nivel internacional. Si vamos a hacer Malbec en algunas zonas del Este, tenemos que trabajar en función de ese objetivo y no veo que lo hayamos hecho. Hay que rearmar la estrategia de las políticas estatales pensando en estas cosas. Por ejemplo, cuando compito en Estados Unidos con una botella de 10 dólares con un vino como Álamos (Catena Zapata) y veo dónde están ubicados los viñedos en ese lugar; es muy similar a nuestra zona Este.
-Muchos famosos te han elegido como su enólogo. Siendo que no es una actividad atractiva desde el punto de vista financiero. ¿A qué atribuís este fenómeno?
-En el mundo del vino, hay gente que se acerca por una cultura y una tradición; y otros por cierto glamour que rodea a la bebida. En mi caso, con la gente que estoy en contacto, es más cultural que por otra cosa. Lo que sí está claro, que cualquier inversión que se haga en la vitivinicultura es positiva: genera mano de obra, estimula la prensa en general y moviliza a que se tome un litro más.
-Con respecto a los varietales, vemos que tenés un tatuaje de Cabernet Franc en el brazo y no te equivocaste. Es la cepa de moda en el país y el consumidor está interesado en descubrirlo. ¿Cómo sigue su recorrido este varietal?
-Lo interesante del Cabernet Franc, que lo veníamos usando en todos los cortes de vinos de alta gama, era el interrogante que me generaba elaborarlo como protagonista. Luego de eso, me di cuenta que no era fácil para hacerlo puro y que iba a llevar tiempo entenderlo. Nos llevó varios años y hemos encontrado un muy buen compañero para el Malbec, no solo para el blend, sino como compañero de presentación en la promoción. Más allá, que para Argentina, la bomba atómica seguirá siendo el Malbec. El Cabernet Franc se va a posicionar en la alta gama.

-Hay una discusión alrededor del Bonarda. ¿Qué opinas al respecto?
-Hay que dejar de hablar tanto y empezar a producirla. Estoy trabajando en ello y profundo en eso. Lo que pasa es que escucho mucha gente hablando y a la hora de la realidad hay muy poco. Hagamos ejemplares de calidad que puedan competir a nivel mundial y a partir de allí sujetarnos y empezar a crecer. Mientras solamente nos quedemos con las palabras no va a pasar nada. No podemos estar con un vino que nosotros pensamos que es bueno, el mundo tiene que decir eso. Lo que pensamos nosotros vale muy poco, lo que piensa el consumidor vale mucho. Ahí está la única realidad.

-Cada innovación que realizás, se transforma en un éxito. ¿A qué atribuís estos logros que vas consiguiendo?
-No logro distinguir que es un éxito. Lo que sí estoy seguro, que cada paso que damos con mis equipos de trabajo, lo hacemos de una manera muy seria, pensando en el consumidor, en lo que realmente podemos hacer, trabajando varios años antes de salir al mercado. Hay una tendencia actual de realizar gran cantidad de vinos, y lo que sucede es que a veces no se consolida una idea y el consumidor necesita no confundirse tanto; necesita señales claras.

-Muchos consumidores llegan a la góndola de vinos y se confunden. No saben qué comprar. ¿Qué le sugerís para evitar esa situación y que no terminen optando por otras bebidas?
-Es muy grave cuando tenemos que competir contra productos que son realmente monopólicos: la cerveza tiene 10 marcas. Tenemos que estar bien direccionados en la comunicación por parte de las bodegas y de la actividad. El consumidor tiene que buscar dónde transportarse, y nosotros tenemos que llevarlo a esa situación. Entonces ahí va a encontrar vinos con más acidez, otros más minerales provenientes de la parte alta del Valle de Uco, o si quiere algo con mayor peso y dulzor, sabrá que tiene que buscar un vino de Lunlunta. Pero ese es un trabajo que tenemos que hacer desde las bodegas y quienes comunicamos el vino. Las zonas es lo más fácil de identificar y comunicar.

-¿Finalmente hemos logrado identidad con el vino argentino?
-Recién emepzamos. El mundo no tiene la menor idea de que nosotros hacemos vino ni siquiera dónde queda Argentina. Sí hay una gran diferencia de hace 10 ó 15 años atrás, pero la realidad es que nos conocen muy poco. Estamos empezando, el Malbec nos ha ayudado mucho, la comunicación de los críticos de vinos internacionales también, pero hay trabajo para 50 años más.

-¿Qué consejo le das a la gente que se quiere acercar al mundo del vino?
-Creo que lo más interesante para aquellos que se quieren acercar al mundo del vino, es que piensen que es parte de una cultura milenaria, que nos ayuda a abrir puertas que tenemos cerradas, que nadie te va a decir qué es lo que te va a gustar y que hay que descubrirlo. Con 10 pesos podes tener un vino, con 20 otro y con 30 otro. No necesariamente hay que tomar vinos caros, sino que te hagan sentir bien, a la temperatura que te guste, mezclado con lo que cada uno crea. No hay fórmulas. El vino es una bebida que desde el momento en que el consumidor la paga, le pertenece y puede hacer lo que quiera. Hay que tener cuidado con vinos que no son de nuestro agrado y denigrarlos. Hay que pensar que tiene todo un trabajo detrás y merece respeto. Eso es lo lindo. Una copa nos provoca una respiración profunda, abre otros sentidos, te sentís más amigo, más enamorado, siempre manteniéndonos en el cielo y nunca en el infierno.
Fuente: http://vinosybuenvivir.com.ar/entrevistas/alejandro-vigil-no-es-necesario-tomar-vinos-caros.html

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