El vino ya no embriaga como antes


Fuente: La Nación | Carlos Manzoni.
infografía La Nación Precio Costo VinosLa exportación de vino argentino está dejando de ser el gran negocio alrededor del cual se derramaban hasta hace sólo dos años millonarias inversiones extranjeras y locales. El aumento de los costos internos, las trabas a las importaciones, el tipo de cambio apreciado y la imposibilidad de subir los precios en el exterior llevan a que algunas bodegas se pongan en venta, que otras se vuelquen al mercado interno y que varias subsidien sus vinos de menor valor con sus segmentos más altos. Por la inflación, el retraso cambiario y las trabas comerciales, la rentabilidad de las bodegas está cayendo; muchos jugadores quieren salirse. Subas de costos internos a un ritmo de 25% anual en los últimos cuatro años y dificultades para importar parte de sus insumos golpean al negocio en general, pero hieren de muerte a los que dependen de vender líneas de más bajo valor en el mercado externo. Un vino que llega a la góndola en Estados Unidos a US$ 12, deja al productor sólo US$ 1,50 (ver infografía), mientras que uno de US$ 10, le da pérdidas. El consultor Alejandro Iglesias cuenta que hay varios empresarios que piensan en achicarse y vender algunas marcas. “Tratan de desprenderse principalmente de las líneas básicas, que son las que más sufren la suba de costos y las que más rentabilidad pierden”, explica.


Jean-Piere Bieri, gerente general de Bodega La Urraca, que exporta vinos al mercado estadounidense, comenta que la vuelta que buscaron algunos fue subvencionar a las líneas más bajas con las de alta gama. “Algunos pueden hacerlo, por volumen de producción y por variedad de segmentos, pero hay otros que no”, señala el bodeguero.

Sin llegar a ser Chile o Australia, el sector se dirige hacia una concentración, en la que gran parte de las 1350 bodegas actuales quedarán en el camino o serán compradas por otras con más espalda. “Poco a poco los grandes grupos se van a ir comiendo a las chicas”, opina Rafael Squassini, director comercial de Dante Robino. “Está muy complicado hoy para las chicas y medianas”, acota.

Algo de eso ya se ve: Bodega del Fin del Mundo fue comprada por el Grupo Eurnekian, que también compró Schroeder; Cepas compró a Viniterra y Orfila, y Peñaflor, el grupo más importante del país, pasó al Grupo Bemberg. Catena tiene bajo su paraguas a Esmeralda, Escorihuela, La Rural y Catena, mientras que Peñaflor cubre a Trapiche, Las Moras, El Esteco y Andean Viñas, entre otros.

Ante la baja de rentabilidad por sus ventas en el exterior, muchas bodegas empezaron a vender vino a granel y a fraccionarlo en origen. “Así ahorran costos, porque allá les sale más barato, pero es malo para el país, porque se exporta menor valor agregado”, explica Squassini.

Otra estrategia es vender en el mercado interno muchas marcas que antes eran exclusivas para exportación. Eso se da porque el tipo de cambio apreciado hace que hoy haya vinos que se cobran más caro en la Argentina que afuera. Aunque esto daña la plaza local, porque la saturación complica aún más un negocio ya golpeado por el freno del consumo doméstico.
Iglesias destaca que, pese a que cada vez son más los bodegueros que afirman que la exportación perdió atractivo, algunos aún mantienen activos mercados de imagen, como el del Reino Unido, aunque les den pérdida. “Es una estrategia para captar la atención de otros compradores, pero no saben hasta cuándo podrán aguantarlo”, comenta Iglesias.
También están aquellos que hacen un negocio financiero en mercados donde los márgenes son nulos. Según relata Bieri, de La Urraca, algunos siguen exportando sólo porque cobran sus ventas en 30 días y les pagan a sus proveedores en 180.


MÁS PIEDRAS EN EL CAMINO
Las trabas a la importación de insumos y la burocracia que demora la salida del cargamento son más piedras en el camino de las bodegas. “Es preocupante no llegar a cumplir a tiempo con nuestros clientes, ya que podemos perder, a manos de otros países, mercados en los que costó mucho posicionarse -dice Bieri- El gran peligro hoy son los españoles, que tratan de colocar afuera lo que ellos no consumen por la crisis.”
Otra mala para el sector. El precio de la uva, que en los últimos años estaba bastante controlado por las bodegas y aumentaba por debajo de la inflación, este año se verá afectado por las malas condiciones climáticas, que pueden llegar a reducir la producción hasta 30 por ciento.

Hay que contemplar que se viene de una década con márgenes excepcionales, que no se daban en otros países. Un empresario confió que luego de la crisis de 2001, tenía pérdidas de 40%; en 2002, ya ganaba 50%; en 2003, 100%, y en 2004, 200%. Luego se estabilizó en 15% (para los que tienen variedad de líneas y pueden compensar), lo que es mucho para el mundo, que se maneja con margen de 10%, aunque en un entorno de mayor concentración.

Fue al abrigo de esas primeras y tentadoras rentabilidades que empezaron a llover inversiones de entendidos, pero también de neófitos que veían cool tener una bodega o buscaban hacerse “la América” en medio del boom. “Son estos últimos los que, ante el escenario actual, buscan vender”, concluye Iglesias.



Comentarios