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¿De dónde viene la costumbre de besarse?


Fuente: Sitios Argentina | Ana María Bertolini.
beso[1]Contra todo lo que pueda suponerse, no nació como expresión de amor, sino por una ley romana que prohibía tomar vino a las mujeres. Al llegar a casa, cada marido obligaba a la suya a exhalar su aliento, mientras acercaba sus labios a los de ella, para cerciorarse de que no hubiera bebido
El beso, contra todo lo que pueda suponerse, no nació como expresión de amor, sino a raíz de una ley romana que prohibía tomar vino a las mujeres: al llegar a casa, cada marido obligaba a la suya a exhalar su aliento, mientras acercaba sus labios a los de ella, para cerciorarse de que no hubiera bebido.
En caso de que oliera a alcohol, la mujer era catigada con penas tan severas como las reservadas a las adúlteras.

Así lo certifican los historiadores griegos Polibio de Megalópolis y Plutarco; y los romanos Aulus Gellius y Valerio Máximo, que vivieron entre los dos últimos siglos de la vieja Era y el primero de la actual.
Todo comenzó cuando Rómulo, primer rey de Roma, prohibió a las mujeres beber “temetum” (vino puro) y estableció por ley para ellas la absoluta abstinencia.
Polibio relató en su Historia de Roma que en función de esta ley, a las mujeres se les impedía guardar las llaves de la bodega y se las obligaba a exhalar diariamente su aliento ante sus parientes y los de su marido, para demostrar que no habían bebido.
La norma tendía a garantizar su rectitud de conducta, algo que el alcohol ponía en peligro; por eso, se les permitía en cambio beber vino cocido (la cocción evapora el alcohol) o hecho con pasas y mezclado con azafrán, aloe y mirra, para dar buen aliento.

Según Plutarco, los romanos comenzaron a abrazarse y a besarse luego que otra ley aun más rígida ordenara que, además de aspirar el aliento, los maridos debían rozar los labios de sus esposas para asegurarse de que no hubieran tomado “temetum”.
La ley era muy dura: “Mulier si temetum biberit domi ut adulteram puniunta”, decía, lo que puede traducirse como “si una mujer bebe vino en casa, ha de ser castigada como una adúltera”.

De todas formas, en Vidas Paralelas, Plutarco dice que en esa época estaban prohibidas en Roma las manifestaciones públicas de cariño entre los esposos y cuenta que Catón “removió del Senado a Manilio porque besó de día a su esposa a la vista de su hija”.
Por su lado, en Memorabilia, Valerio Máximo refiere que Egnatius Matellus “mató a golpes de fusta a su esposa, porque había bebido vino, hecho por el que ni se le acusó ni se le reprendió” porque “la mujer que toma cierra la puerta a las virtudes y la abre a los vicios”.

En Noches Aticas, Aulus Gellius dice que “las mujeres de Roma y del Lacio debían ser toda su vida abstemias, y abstenerse del uso del vino llamado temetum en la antigua lengua. El beso que daban a sus parientes servía de prueba: si habían bebido vino, el olor las delataba y recibían reconvenciones.”
Nacido así de la censura y el recato, el beso comenzó a florecer de boca en boca, y con el tiempo, a hacerse cada vez más apasionado, hasta escandalizar aun más que la beodez femenina.

Nadie podía haber previsto entonces la revolución química que el beso apasionado depararía: ahora se sabe que quema de 3 a 12 calorías; que pone en movimiento 12 músculos labiales y 17 linguales; que eleva por las nubes la secreción de hormonas; y que acelera las pulsaciones cardíacas de 70 a 140 por minuto.
Las crónicas recogen que el emperador Tiberio terminó prohibiendo el beso, pero los historiadores no se ponen de acuerdo si fue a raíz del escándalo; o por el gesto de Judas, que entregó a Jesús marcándolo con un beso; o debido a una epidemia de herpes.

Entre los cristianos, el “ósculo santo” era una muestra de hermandad: en las Constituciones Apostólicas del siglo IV se cuenta que hombres y mujeres se sentaban a cada lado de la sala y que se saludaban, dentro de cada grupo, con “el beso del Señor”.
En la Edad Media, el hombre que besaba a una mujer era obligado a casarse con ella; y en épocas de la Revolución Industrial, se prohibió besar en la boca en público.
En la primera mitad del siglo XX, Hollywood evitó los besos apasionados en el celuloide, pero en los años ’60, la gente se tomó revancha y comenzó a darse besos “de película” en la calle, al son de la píldora anticonceptiva que acababa de irrumpir.

Sin embargo, la vida depara sorpresas: durante los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, el gobierno chino ha dispuesto que serán detenidas las parejas que se besen delante de una cámara de vigilancia, ya que esto será interpretado como “secuestro o robo”.

Fuente: Sitios Argentina | Ana María Bertolini.

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