INTERNACIONAL Científicos chilenos logran producir vinos con bajo alcohol sin sacrificar la calidad

La moda de hacer el propio vino

Fuente: Ámbito.
Not_20110922_603331[1]Al postulado que indica que “el saber es poder” puede aplicársele una pequeña enmienda cuando se habla de vinos y afirmar entonces que “el saber es placer”. Así lo entienden cada vez más personas que deciden ingresar al mundo del disfrute sensorial que ofrece la bebida espirituosa más antigua de la historia. El ansia por conocer ha crecido durante la última década y promete seguir en ascenso, de la mano de nuevos proyectos que acortan caminos para que el consumidor pueda cruzar la línea que separa al mero aficionado del productor y del experto.
Este nuevo público instruido se nutre en buena medida de los más jóvenes, muchos sub-35 de ambos sexos que surgen de las carreras de la enología y sommellerie, pero también de aquellos, de todas las edades, que se unen al boom de cursos breves, catas, charlas, salones y no pierden pisada a la literatura de divulgación, crítica o manuales.

En este nuevo mundo de expertos en potencia surgió un emprendimiento como Finca Propia, el cual, básicamente, ofrece superar el rol de consumidor para introducirse en la tarea de productor. A través de la compra de una cuota parte en un fideicomiso se accede a la propiedad de 24 plantas de vid y a todo el universo que parte de esos cultivos localizados en Tupungato, Mendoza. “Lo que se obtiene es un vino propio, porque las uvas salen de tu finca, se vinifican y, entre todos, se administran. En principio, el resultado se expresa en un caja de vino por mes durante los primeros tres años”, explica Santiago Mas, director de Finca Propia e hijo de Antonio Más, winemaker y responsable de Río de Luna, que este año ya vio la luz en varietales Malbec y Cabernet Sauvignon.


“Finca Propia existe porque hay personas que quieren más que un curso o una cata, desean seguir de cerca el ciclo biológico y de producción; quieren saber cuándo se poda o por qué se lo hace después de la tercera helada; cuando fertilizar; cuando cultivar aromáticas; entender qué hay detrás del corcho que se elige… Ocurre que hay mucha y buena información, pero aún no son tantos lo que la pueden interpretar y hay un gran público que necesita empezar a conocer desde un lugar más básico, que incluya la experiencia”, resume Santiago Mas.

“La gente se cansa de consumir siempre lo mismo, es el caso de los que cuentan con recursos y quieren gastar su dinero en otro tipo de sensaciones. En otros casos el interés es por invertir en actividades en boga, pero como justamente están en la cresta de la ola resulta costoso poder ingresar”, explica Gabriela Celeste, enóloga y socia argentina del reconocido winemaker francés Michel Rolland. Ambos están detrás del emprendimiento Tupungato Winelands, el cual pone a disposición la venta de pequeñas fincas de 2 a 4 hectáreas, plantadas con viñedos y con espacio suficiente para construir en medio del predio una casa o bodega. La iniciativa permite “participar del proceso productivo, pero también disfrutar de canchas de golf y de polo, y estar rodeado de naturaleza”, resume Celeste.

Fama por un día
El ansia de mayor conocimiento y protagonismo abrió espacio también a una idea como “Winemaker por un Día”, surgida de Eno.Rolland, la empresa que el enólogo francés maneja en Argentina. Los participantes acceden a armar un corte de vino a su gusto, utilizando como elementos vinos varietales que han sido elaborados y criados en barricas o tanques.Cada participante dispone de Malbec, Merlot, Cabernet Sauvignon, Syrah, Cabernet Franc, Petit Verdot y de los elementos que se utilizan usualmente para medir volúmenes, tales como probetas, pipetas, etc. “Con todo este material cada uno puede ensayar diferentes mezclas y optar por aquella que más le apetece. Así pueden embotellarse cantidades pequeñas de vinos exclusivos, por ejemplo 300 botellas que es el volumen equivalente a una barrica”, explica Celeste.

Comentarios