La pregunta que no quiere callar ...

 Por qué los vinos están más caros en Argentina que en el exterior?

Peter D., un norteamericano que paseaba por Palermo en Semana Santa, fue quien se formuló esta pregunta. Curioso, se detuvo en una vinoteca que ofrecía un gran surtido, en particular de Malbec.



Por Guillermo Banfi



Llegó a contar más de 200 etiquetas, entre $35 y $1.000.

De su bolso de cuero recién comprado en Palermo SoHo sacó un pequeño cuaderno donde tenía anotados algunos precios de vinos argentinos que compra habitualmente en Manhattan. Su primera impresión fue de sorpresa, ya que no pensaba que hubiesen tantos vinos argentinos por encima de U$50.



En Estados Unidos el grueso de los vinos argentinos se comercializan por debajo de los U$20, sobre todo, en la franja de los U$ 8 a 15. El consumidor norteamericano descubrió que, en esa franja de precios, los vinos argentinos ofrecen una excelente relación precio-calidad, difícil de igualar.



Peter también se sorprendió con los altos precios ya que recordaba en su viaje anterior, dos años atrás, que los vinos eran bastante más económicos en Argentina que en New York. Comparó los precios y el vino que costaba $28 entonces, ahora estaba a $40, un 43% más en pesos o un 25% más en dólares. Contrariamente, el mismo vino mantuvo su precio en New York: en torno de los U$9. Recordaba también que los precios eran, en promedio, entre un 15% y un 20% más económicos, en dólares, en Argentina. Hoy, la ecuación se revirtió y están al menos un 10% más caros. La diferencia puede ser aún mayor a medida que comparamos vinos de más alta gama.



La primera reflexión es que los mercados externos difícilmente acepten incrementos de precios, en particular en el contexto actual de sobre oferta de vinos de todas partes del mundo. Por ende, las bodegas argentinas han absorbido, casi en su totalidad, la pérdida de rentabilidad como consecuencia de los fuertes incrementos en sus costos, en términos de dólares. El precio promedio exportado en el 2010 fue de U$2.51 FOB por botella, un incremento de solamente el 7% comparado con 2009. Y este aumento se dio principalmente por una mejora en el mix de ventas, con una mayor participación de los vinos de más alta gama. Las marcas más vendidas han mantenido prácticamente el mismo precio durante ese periodo.



Durante los últimos dos años los precios de los vinos locales se han disparado mientras que los precios FOB y sus precios minoristas respectivos en el exterior se mantuvieron sin grandes variaciones. En el mercado exportador no hay margen para aumentar los precios. Cualquier incremento significaría una pérdida potencial de cuota de mercado vis-a-vis la competencia de otros productores del mundo.



En el mercado local, las bodegas han ajustado sus precios al compás de los aumentos de sus insumos y costos operativos. Y, en algunos casos, en mayor proporción, dada la prioridad de abastecer primero la fuerte demanda de los mercados externos. Adicionalmente, los costos se han incrementado significativamente en toda la cadena de distribución, en particular, la mano de obra, alquileres y logística. Además, algunos canales han tenido que aumentar sus márgenes por menores volúmenes de venta. Esta combinación de factores ha hecho que los precios locales se disparen considerablemente. El mercado local carece de competencia externa a diferencia de los mercados referentes en el mundo como el americano. La presencia de vinos más económicos y competitivos del exterior generaría un marco de mayor competencia y un mejor equilibrio entre oferta y demanda, contrarrestando los aumentos de los precios locales. En Estados Unidos, como en la mayoría de los principales mercados, el consumidor cuenta con una gran variedad de opciones no solamente de producción local, sino también de todas partes del mundo, mejorando la competitividad y optimizando el equilibrio entre oferta y demanda. Esto juega a favor del consumidor, que finalmente paga precios más bajos.



El contexto actual perjudica, en mayor medida, a las pequeñas bodegas al estar fuertemente orientadas a la exportación. Actualmente su presencia en el mercado local es baja y no pueden aprovechar los mejores precios locales. Un contexto que favorece a las bodegas líderes que ya contaban con una sólida presencia local, previa al boom exportador de los últimos 5 años. Si bien el mercado local es uno de los más grandes del mundo, está altamente dominado por las principales bodegas que cuentan con una sólida y amplia distribución, mayor capacidad de negociación y medios para acaparar las góndolas de los supermercados y vinotecas y las cartas de vino de los restaurantes. De persistir el actual contexto macroeconómico, muy probablemente veamos una consolidación en el mercado que permita mejorar los márgenes y generar una mayor economía de escala que compense la pérdida de rentabilidad.

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