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La extraña moda de comer alimentos vencidos

Ese yogur que tenés hace mucho tiempo en la heladera y esas galletas vencidas que estás a punto de tirar a la basura son parte del menú que eligen cada vez más personas en el mundo. Pero no por necesidad sino por convicción: están en contra del desperdicio compulsivo de alimentos y consideran que gran parte de los productos expirados que se desechan todos los días son perfectamente comestibles.


A los freegans, la tribu urbana antisistema que vive en comunidades, sin dinero y se alimenta de lo que las grandes cadenas de supermercados arrojan a los containers al final del día, se suman nuevos desertores de la fecha de caducidad, menos extremistas en su modo de vida, pero igualmente enemigos de la sociedad de consumo y su escandaloso – y evitable- deshecho de alimentos: los “post consumidores”.

Freegans
Son los precursores de la tendencia y los que más nutren el movimiento. Empezaron tímidamente en Estados Unidos e Inglaterra y se expandieron hasta Canadá, Bélgica, España, Francia, Alemania y Australia, entre otros países. La mayoría son estudiantes, trabajadores sociales y ecologistas, que redujeron al mínimo su participación en la economía de consumo. No compran nada y comen lo que otros arrojan a la basura. Suman seguidores por todo le mundo: en Facebook hay al menos 50 organizaciones de amigos freegans (y varios grupos en contra), y están en redes sociales como Meetup, donde comparten experiencias y organizan recorridas grupales por los contenedores de supermercados y shoppings, que llaman “dumpster diving”.

El fenómeno está tan instalado en algunas comunidades que hasta circulan manuales para aprender a reciclar los desperdicios. Art & Science of Dumpster Diving, Empire of Scrounge, y Dumpster Diving: The Advanced Course, son algunos.

Uno de sus más famosos representantes es Tristam Stuart, autor del libro Waste. Para comprobar que eso que la mayoría descarta es perfectamente comestible, a fines de 2009, dio de comer a 5000 personas en el centro de Londres con lo que encontró en los tachos de basura de las grandes cadenas de supermercados. Según Stuart, los actuales estándares de producción y tiempos de expiración de los alimentos son exagerados e incentivan la cultura del descarte.

“Post consumidores”
Menos fundamentalistas que sus amigos freegans, son consumidores de segunda mano, y eso incluye la comida. Para ellos, comer productos que pasaron su fecha de vencimiento no sólo no perjudica la salud sino que es una forma de crear conciencia sobre el impacto social, económico y medioambiental del despilfarro.

Entre ellos, el británico Jonathan Maitland, que intentó demostrar esto con un experimento: durante catorce días vivó a base de productos que habían pasado entre un día y hasta tres meses su fecha de expiración, como huevos, pescado, pan y cereales. “El 40% de las 6 millones de toneladas de comida que se tiran en el país son frutas y vegetales que todavía se pueden comer. Es inmoral. Más de 6 millones de personas pasan hambre en el mundo. Una de las causas de este fenomenal desperdicio son las fechas de vencimiento, y la costumbre de comprar demasiado”, afirma, aparentemente, en buen estado de salud.

Uno de los representantes más conocidos de este fenómeno es el modelo Anthony Anderson, un reconocido rebuscador de basura y expirados de Nueva York. Cuando no está haciendo las campañas de marcas como Tommy Hilfiger o Macy´s, trabaja para apoyar la causa de la vida sustentable y promocionar su nueva empresa de chocolates orgánicos.

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