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Con matices, finalmente el vino tuvo su día más especial

Cristina estuvo acompañada por los gobernadores de las provincias vitivinícolas. (Télam) Distinciones a la trayectoria de bodegueros y expertos pioneros, en un emotivo acto. Los problemas en el transporte no alcanzaron a empañar la esperada declaración nacional.

Fuente: Los Andes

Contra las dificultades del transporte aéreo que amenazaba con dejar afuera del acto a muchos mendocinos, ejemplares de bodegas mendocinas, sanjuaninas y de otras provincias productoras coronaron el brindis de uno de los días más importantes para la vitivinicultura argentina: el del reconocimiento de la presidenta Cristina Fernández como bebida nacional en Buenos Aires.

Con la intención de extender el la gratitud a los responsables de toda la vida, se encadenaron distinciones a varios actores clave de la industria, por su aporte durante años a la elaboración de calidad.

Hubo galardones al mérito, por trayectoria y tradición familiar de generaciones, como la sanmartiniana Crotta, las sanrafaelinas Goyenechea y Bianchi, Graffigna y Pulenta, dos referentes en San Juan, y Guillermo Barzi, pionero del vino en Río Negro, entre otros. También tuvo su homenaje el prestigioso investigador Alberto Alcalde, por su contribución al desarrollo varietal.

Tampoco faltó la música de la mano del dúo mendocino Orozco-Barrientos, con “Póngale por las hileras”, un himno a la vendimia. A su turno, Gustavo Santaolalla, con su título de “Embajador del vino argentino” (ver aparte) cantó “No existe fuerza en el mundo”, de León Gieco, cuya dedicatoria hizo emocionar a Cristina Fernández.

A esa altura, unos 600 asistentes entre gobernadores, dirigentes, bodegueros y pequeños productores desde Salta hasta la Patagonia acompañaban un clima festivo. En la apertura, José “Catuco” Molina, de la Corporación Vitivinícola Argentina, tras repasar el Plan Estratégico 2020, abogó por “que las utopías de hoy sean realidades de mañana”.

Todos mostraban una satisfacción que se mutiplicó al escuchar a la Presidenta. “Estamos contentos de haber logrado articular lo público y lo privado en este sector que se expande a toda la Argentina. Al principio fueron Mendoza y San Juan, pero hoy están Salta con su exquisito torrontés, la Patagonia también. El consumo interno es muy importante y demuestra que los argentinos tomamos vino. Es necesario seguir produciendo para tener un mayor saldo exportable”, sostuvo.

Y completó: “Nos comprometemos a seguir apoyando la promoción de exportaciones y su valor agregado. Nombrar al vino como bebida nacional es importante para promover una actividad que ha adquirido volumen y crecimiento”.

Por eso, Cristina cosechó no pocos regalos: una llamativa hoja de parra labrada en plata de las autoridades de la Coviar. Entre gobernadores, el sanjuanino Gioja “primereó” con un vino fortificado de 1910. Al mendocino Jaque no le habían alcanzado los tres micros repletos de productores del oasis Este y Norte llegados a Buenos Aires. Pero hizo gala de una jarra labrada por un orfebre local y una caja de 6 varietales de cada zona.

A sus 92 años, Alcalde recibió un merecido homenaje. Se lo considera el padre de la ampelografía, ciencia que estudia las características de cada cepa por la forma de sus hojas y racimos, clave para diferenciar variedades.

Por su trayectoria, aún es fuente de consulta permanente de bodegueros y productores en Mendoza. Fue tal vez el momento más emotivo, en el que Cristina bajó unos escalones hasta él para reconocerlo, seguida de la mayor ovación de una tarde histórica para la industria.

Algunas bebidas que son símbolos nacionales

Cachaça brasileña: La bebida más popular en Brasil se obtiene por la destilación de la caña de azúcar. Se consumen unos 30 litros per cápita al año, como aperitivo o con la famosa “caipirinha”.

Pisco de Perú: Variedad de aguardiente de uvas producida desde fines del siglo XVI. En 1991, por decreto, se lo reconoce con denominación de origen peruana. Declarado patrimonio cultural de la nación.

Tequila mejicano: Con denominación de origen en 5 estados, identifica a México en el mundo. Para llamarse tequila, debe tener al menos 51 % de azúcares del agave y ser elaborado en el país.

Champagne y coñac franceses: El famoso champagne es un vino espumoso hecho con el método champenoise en la región Champaña; la DOC prohíbe usar el nombre fuera de allí. Lo mismo para el Cognac.

Grappa italiana: Típica del norte de Italia, se elabora con el destilado del orujo de la uva. Es considerado el más antiguo de todos.

El té en China e Inglaterra: Los ingleses reemplazaron con el té a la cerveza. China se ha convertido en sinónimo mundial de producción de variedades de té.

De vino a cerveza, sin escalas

Fue el periplo que hizo Gustavo Santaolalla, nombrado hace un tiempo por Wines of Argentina “Embajador del Vino” en el mundo. Es que el músico y empresario, socio en Mendoza de la bodega “Cielo y Tierra” de su colega “Tilín” Orozco, cantó, saludó a los productores y partió raudo a “Belushi”, un exclusivo bar de Palermo.

Allí lo esperaban algunas figuras de la farándula porteña (en la lista de invitados aparecían Ricardo Darín, Natalia Oreiro, Ricardo Mollo y el grupo Miranda), para el lanzamiento de su nueva apuesta mendocina: las cervezas artesanales premium “Grosa” y “Regrosa”, que ya elabora en Potrerillos.

Más allá de lo paradójico que pueda parecer por ser competencia directa, los nuevos productos de Santaolalla tienen un par de contactos con el vino: se venderán en vinotecas a precios selectivos (entre $48 y $78), y reconocer a la superpremium Regrosa será fácil: es la primer cerveza conocida que se expende en botellas de champán.

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